Ana María Matute, en #AdoptaUnaAutora

Abel Amutxategi
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A partir de esta semana voy a empezar a participar en el proyecto Adopta una Autora. ¿Qué no sabes de qué estoy hablando? ¿En qué oscura cueva has estado metido durante estos últimos meses?

El caso es que #AdoptaUnaAutora es un proyecto que trata de visibilizar a las escritoras en un mundo en el que los libros escritos por hombres son mucho más visibles que los escritos por mujeres… y no será precisamente por la falta de calidad de estos últimos.

¿Cómo? ¿Que no crees que eso sea necesario?

Bueno… date un paseo hasta tu biblioteca y comprueba cuántos de los libros que atesoras en ella han sido escritos por hombres y cuántos por mujeres, yo estaré aquí esperándote.

¿Ya? Sigamos, pues.

Si quieres formar parte de este proyecto, puedes adoptar una autora desde aquí mismo. Sólo tienes que leer las normas generales con las que deberás cumplir, elegir una de las autores que aún están disponibles… y disfrutar.

En mi caso, tengo el placer de haber adoptado a la grandísima Ana María Matute. Así que, a partir de ahora, publicaré una entrada sobre ella cada dos meses.

Al hablar de Ana María Matute es inevitable hablar de la noción de enfermedad: tanto de la enfermedad más puramente biológica, que la azotó durante toda su infancia y fue, sin duda, vital a la hora de animarla a usar la lectura como evasión; como de la enfermedad social, si me permitís la expresión, que la marcó en forma de Guerra Civil Española.

Y es que, si la primera de estas enfermedades sería clave para entender por qué Ana María Matute se acercó de ese modo tan particular al mundo de los libros, la segunda de ellas es clave para comprender, tanto el estilo, como la temática de sus novelas.

Ana María Matute no tuvo una infancia feliz. Escribió e ilustró su primer relato a la tierna edad de cinco años, poco después de haber estado a punto de morir por una infección de riñón. Retraída y tartamuda (o tal vez lo uno por lo otro), aprovechaba cada instante de soledad para dedicarse a crear sus mundos de fantasía. Se escondía en los armarios y aceptaba de buen grado que la castigaran en un cuarto oscuro cuando cometía alguna barrabasada, porque eso le daba más tiempo para imaginar.

Escribió ‘Pequeño teatro‘ a los 17 años, siendo poco más que una niña madurada por la dureza de los tiempos, pero la obra no vio la luz hasta 1954, año en el que ganó con ella el Premio Planeta. Antes de ese año ya había recibido una mención especial del Premio Nadal con ‘Los Abel‘, la que fue a la postre su primera novela publicada.

Estas dos novelas, ‘Pequeño y teatro‘ y ‘Los Abel‘, son los pilares sobre los que Ana María Matute basó toda su producción literaria. Un tono que mezcla lo mágico y lo cotidiano, que nace de un profundo pesimismo pero que logra alzar el vuelo con elegancia para transportar al lector a unos terrenos más esperanzadores… o no, como ya veremos al hablar de algunas de sus obras.

En 1976 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura y en 1996 ingresó en la Real Academia de la Lengua Española, donde se encargó de ocupar el sillón K. Fue Príncipe de Asturias de las Letras en 2010, Premio Cervantes ese mismo año… los premios y reconocimientos de esta autora son innumerables.

Ana María Matute falleció el 25 de julio de 2014, a la edad de 88 años.

Y no digo que nos dejó, porque sus libros hacen que aún siga entre nosotros.

¿Y tú? ¿Has leído a esta autora? ¿Tienes alguna novela favorita de ella?

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