Escribir es mi trabajo

Abel Amutxategi
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Hace no demasiado tiempo, un conocido blog sobre marketing online compartió una lista de sitios de descargas ilegales de libros. De libros con copyright, claro. Libros por los que un editor ha apostado, en los que han intervenido unos correctores de estilo y ortotipográficos, un maquetador, un diseñador, y en los que un escritor ha empeñado, como mínimo, varios meses de su vida.

Está claro que todos sabemos encontrar este tipo de portales. Todos sabemos llegar a ellos. De hecho, para hacerlo no tenemos más que preguntar al todopoderoso Google… y él nos mostrará el camino.

No es demasiado complicado buscar un libro pirata

Pero lo preocupante no es tanto eso, sino que este tipo de contenidos se comparten cada vez más alegremente. Cada vez con menos respeto hacia el creador que ha trabajado en ellos durante tanto tiempo. Un creador que tiene que comer, vestirse, vivir en algún sitio, pagar sus impuestos y, en muchas ocasiones, alimentar a sus hijos.

Pero hoy no quiero hablaros de eso, porque entiendo que ya lo sabéis.

Hoy quiero poner el foco sobre todo lo que el lector pierde cuando triunfa la piratería.

Cuando te descargas un libro pirateado…

Te expones a leer un libro de mala calidad

Las erratas y los errores de maquetación son habituales en los libros pirateados. El problema no es sólo que vayas a sufrir esa mala calidad, sino que estarás demostrando a las editoriales que no necesitan gastar dinero en correctores, diseñadores o maquetadores para captar tu atención.

Contribuyes a que cierren las pequeñas editoriales

La editoriales independientes son las que mejor se están adaptando al entorno digital. Ajustan sus precios al céntimo (Ediciones el Transbordador, por ejemplo, ofrece ‘La tienda del señor Li‘ por SÓLO 0’75€) y emplean nuevos modelos de negocio, como el modelo por suscripción de las geniales Fata Libelli.

Pero, aun así, no se libran de ser pirateadas. La editorial Orciny Press, por ejemplo, ha dejado de digitalizar sus libros por culpa de la piratería.

¿Quién sale perdiendo en este caso?

Muy fácil: el consumidor de libros electrónicos.

Devalúas el trabajo del escritor

Me han preguntado muchas veces si seguiría escribiendo si nadie me leyera y yo siempre suelo responder que seguramente escribiría, sí, pero no corregiría. Me limitaría a estructurar y esbozar historias, pero nunca pasaría por la agonía de corregir una novela hasta convertirla en su mejor versión posible.

Piénsalo durante un momento: ¿tú seguirías acudiendo cada mañana a la oficina si tu jefe utilizara tu trabajo sin pagarte nada a cambio?

Cuando pirateas las obras de tu autor favorito, estás contribuyendo a devaluar su trabajo. Y, como consecuencia de eso, lo estás animando a abandonar el mundo de literatura.

Reafirmas a las grandes editoriales en su idea de que no merece la pena invertir en el libro digital

Las grandes editoriales son unos colosales dinosaurios a los que les está costando reaccionar en el nuevo mundo digital. Ven un enemigo en el libro electrónico y cometen verdaderas tropelías en nombre de lo que ellos entienden que es la Literatura de Verdad: venden los libros digitales a precios desorbitados, los vetan en las grandes ferias, etc.

Pero cada vez que te descargas un libro de forma ilegal estás dándoles la razón.

Estás reafirmando a las grandes editoriales en esa creencia que tanto daño nos está haciendo a los escritores que tratamos de compaginar el papel con el digital.

Si tú también crees que escribir debería ser un trabajo digno, te animo a compartir esta entrada y a utilizar el hashtag #EscribirEsMiTrabajo en tus redes sociales.

¡Juntos lo conseguiremos!

 

4 comentarios en «Escribir es mi trabajo»

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