Cómo NO ganar concursos literarios 2/2

Abel Amutxategi
Últimas entradas de Abel Amutxategi (ver todo)

Los concursos literarios son una excelente forma tanto de darse a conocer como de ganar algo de confianza en uno mismo al tiempo que se alivia un poco la salud general del bolsillo del susodicho autor.

La semana pasada hablamos sobre los errores más comunes que los jurados encuentran en los originales presentados a estos concursos literarios.

Hoy te ofrecemos la segunda y última parte de esta lista:

13. Intentos evidentes de ganarse al jurado

Muchas veces uno no sabe quién será el encargado de evaluar su obra. Pero otras veces, especialmente en el caso de los concursos literarios convocados por pequeños ayuntamientos o diputaciones provinciales, es evidente que los miembros del jurado estarán relacionados de algún modo con el lugar geográfico desde el que se ha convocado dicho concurso literario.

Entonces es cuando llega el problema. Porque siempre hay algunos autores que tratan de situar su relato en ese marco geográfico y ambientarlo del modo más costumbrista posible, por mucho que no hayan pisado jamás esa tierra y no sepan de qué están hablando. Lo malo es que el jurado nota enseguida este tipo de intentos de soborno emocional y nunca terminan bien. No lo intentes.

14. Diálogo demasiado pobre

-Debemos tener cuidado, porque está lloviendo.

-Sí, y también hace frío. Mira cuánto tráfico -dijo B.

-Sí, hay mucho tráfico, ¿verdad? -dijo A.

-¡Cuidado! ¡Se nos está cruzando ese camión! -gritaron al unísono A y B.

Es cierto que siempre conviene incluir algo de diálogo en los relatos, pero no hay que hacerlo a cualquier precio. Si hay diálogo, éste debe ser creíble. El jurado debe poder leerlo en voz alta y pensar que podría haberlo escuchado tranquilamente en la calle. Y sobre todo nunca debe utilizarse el diálogo para que los personajes se transmitan información evidente o que ellos ya conocen como se hace en este ejemplo.

15. Falta de homegeneidad

Puede ser una falta de homogeneidad en el tono de la historia, en su ritmo, en su estilo, en su tema… Sucede cuando leemos un fragmento del relato y nos da la sensación de que no casa con el resto de la narración. Este fragmento que está fuera de lugar debería editarse en profundidad o, mejor, simplemente eliminarse. En los relatos de una cierta extensión pueden utilizarse estas roturas de ritmo o de tono con fines creativos, pero siempre tenemos que tener muy claro qué es lo que queremos conseguir con ellas para que el jurado no las interprete como una muestra de dejadez… que es precisamente lo que son la mayor parte de las ocasiones.

16. Contar en lugar de enseñar

Estoy preparando una entrada sobre este tema porque es algo que atañe por igual a todo tipo de historias. La mayoría de los autores saben que tienen que atrapar la atención del lector en la primera escena de su relato. Pero muchos creen que con eso ya es suficiente y empiezan a hablar enseguida sobre tradiciones familiares, sucesos que ocurrieron en el pasado y conflictos que algunos personajes tuvieron años atrás. Este tipo de descripciones hacen que el lector no sea capaz de meterse en la piel de los personajes protagonistas en ningún momento y que tenga la sensación de estar leyendo un resumen y no una obra completa.

Recordemos que siempre deberemos contar nuestra historia desde la acción: eso es lo que hace que avance un relato.

Concursos Literarios

17. Pasarse de corto o de largo con la escritura

Isaac Babel dijo que nuestra escritura se refuerza, no cuando ya no puede aceptar más palabras, sino cuando ya no se le pueden quitar más palabras. La mayoría de los manuscritos eliminados por este motivo pecan de un exceso de autocomplacencia y de una prosa hiperdimensionada a la que convendría someter a una buena poda. En el otro extremo tenemos los trabajos demasiado someros, en los que el jurado tiene la sensación de estar leyendo sólo un boceto en lugar de estar leyendo una versión finalizada.

18. Literatura de género

Elfos y unicornios, chick lit, novelas judiciales, asesinos en serie… este tipo de novelas sólo deberían enviarse a concursos literarios especializados en el género que tratan. La mayoría de los premios literarios se convocan con el afán de encontrar historias ajenas a esta literatura de género, así que, por mucho que alguna vez podamos encontrarnos con una sorpresa, será una pérdida de tiempo y de dinero el mandar una historia de género a un concurso literario no especializado. Es improbable que un jurado siga adelante después de leer algo como «Nervelda osbervó la neblina sobre Thuriber mientras las tribus de Godnomore se adentraban en aquella tierra yerma«.

19. Una edición torpe

La proliferación de comas innecesarias, las frases mal editadas, las expresiones infantiles, las rimas accidentales, la prosa sin brillo, el exceso de formalismo… son todos ellos defectos que vician con facilidad el ambiente del relato presentado a concurso.

20. Los clichés

Cuando alguien viaja «a lo largo y ancho del país«, llega «a altas horas de la madrugada» y encuentra su vivienda «reducida a cenizas«, mal vamos.

Los clichés pueden ser frases hechas como éstas, o incluso tramas o personajes tan comunes que no evidencian más que una pereza mal disimulada por parte del autor a la hora de escribir. Y, si el autor ha tenido esa pereza… ¿por qué no habría de tenerla también el jurado del concurso literario al que ha presentado su obra? Los policías problemáticos cuyo compañero de patrulla está a punto de jubilarse, los detectives privados de vuelta de todo, el científico loco… todos ellos tienen que desaparecer de nuestros manuscritos «más pronto que tarde«.

Sucede algo muy parecido cuando el autor trata de imitar la voz de un escritor de éxito en su relato o su novela. Estoy seguro de que el jurado preferiría leer la voz del autor y descubrir en ella algo nuevo, antes de volver a leer algo leída ya «una y mil veces«.

21. Prosa demasiado artificial

Hay algunas frases que nunca suenan reales. Un ejemplo de esto podría ser el uso de la expresión «ya que«, que muy poca gente utiliza en la expresión oral (sí que se usa mucho en los noticiarios de televisión, por ejemplo, pero recordemos que el diálogo de esos noticiarios ha sido escrito en papel antes… por alguien que sigue empecinado en desoír este consejo) y que remite a una prosa demasiado envarada y, sobre todo, demasiado poco real .

«El agua del pozo se ha congelado, ya que las temperaturas han sido de varios grados bajo cero«. Esto es algo que yo nunca diría de viva voz. Y si no lo diría de viva voz… ¿por qué debería escribirlo?

Este error es fácil de solucionar si lees tu texto en voz alta antes de enviarlo al concurso literario. Corrige todas las frases que te suenen mal. No tengas piedad con ellas.

Terminamos la lista con esto, esperando que os sea de ayuda y que os señale qué partes de vuestro manuscrito deberíais pulir más antes de decidiros a imprimirlo y enviarlo al concurso literario de vuestra elección.

¿Vais a ganarlo? No lo sé. Tal vez sí y tal vez no. Pero os aseguro que, si evitáis todos estos errores, el jurado tendrá en cuenta vuestro trabajo y tendréis una seria posibilidad de ganar ese concurso literario al que os habéis presentado, que es más de lo que tendrán la mayor parte de los participantes.

Una vez llegados allí es también una cuestión de gustos del jurado, de preferencias… ¿y quién dice que no vayáis a ser vosotros los elegidos?

Queremos terminar esta entrada pidiéndoos que compartáis este contenido en alguna de vuestras redes sociales preferidas  si lo consideráis de interés. Sería genial que hicierais un +1 a esta entrada y la compartierais a través de Facebook o Twitter, nos ayudaría mucho a darnos a conocer un poco más.

Gracias de antemano y gracias por leer…

39 comentarios en «Cómo NO ganar concursos literarios 2/2»

  1. Pingback: Bitacoras.com
    • Se que ya a pasado bastante tiempo, pero debo hacerte una pregunta… Si como dicen es malo tener «rimas accidentales» en tu novela, tener unas pocas ¿Afecta a la novela? ¿o no debe tener ninguna?. Saludos.

      Responder
      • Diría que, dentro de un texto literario, es malo todo lo que no sea buscado por el autor. Las rimas accidentales dan una sensación de texto poco cuidado y entorpecen la lectura, es cierto, pero también podrías utilizarlas para buscar un efecto rítmico en algún caso. ¡De ti depende!

        Responder
  2. He encontrado esta página por casualidad y me ha encantado. Su material es de mucha utilidad, gracias por compartirlo.

    Definitivamente, me pasaré más seguido por aquí.
    Saludos.

    Responder
  3. Interesantes algunos puntos. Me gustó el el "leer en voz alta", algo que jamás hice con mi novela Desde el Infierno, quizás porque son 600 páginas y odio gastar mi voz. Quizá debería aprender de los poetas. Otros puntos parecen hechos para convertir a los novelistas en robots. Es cierto, es preferible un buen robot antes que un humano torpe, pero no olvidemos jamás que las reglas están hechas para romperse.

    Responder
    • Me temo que en los concursos más o menos pequeños (hablo de todos esos 'Vila de XXX' o 'Ayuntamiento de XXX') el gusto personal del jurado pesa bastante.
      Quiero pensar que corrigiendo todo lo posible te puedes asegurar de que no te eliminen a las primeras de cambio, pero tal vez puedas puedas llegar también hasta la última criba con otro cuento más afín a los gustos del jurado, a pesar de estar peor escrito.
      Creo (quiero pensar) que la cosa depende mucho del grado de cercanía que tiene el jurado con el mundo de la literatura.

      Responder
  4. Informacion muy util, pero creo que a veces en los concursos literarios mas vale caer en gracia que ser gracioso…Y yo debo ser poco afortunada en esto porque llevo años fracasando. Muchas gracias por el blog, estoy aprendiendo y repasando muchísimo con cada post.

    Responder
    • Tengo que decir que yo no soy demasiado amigo de los concursos literarios. Me parece interesante participar en alguno con una obra ya escrita (tal vez en paralelo al envío de propuestas sobre ella a las editoriales para tocar varios palos a la vez), pero al escribir algo exclusivamente para un concurso uno siempre se hace demasiadas ilusiones.
      Tienes toda la razón al decir que en esa última fase final es muy importante «caer en gracia» al jurado, ya sea porque les toca la temática que tratas, porque les hace gracia tu forma de escribir o… por cualquier cosa.
      Gracias por comentar, me alegro mucho de que te hayan gustado la entradas que has leído 🙂

      Responder
  5. Estaba pensando en comenzar a escribir, llevo tiempo pensándolo, bastante tiempo ya y creo que es el momento; sólo agradeceros vuestra labor, y de verdad vuestras publicaciones me han abierto más las ganas de escribir, ya os contaré cómo voy jeje. Saludines

    Responder
  6. ¿A qué se refiere con "Porque siempre hay algunos autores que tratan de situar su relato en ese marco geográfico y ambientarlo del modo más costumbrista posible, por mucho que no hayan pisado jamás esa tierra y no sepan de qué están hablando"? ¿Quiere decir que el lugar de mi historia debe de ser el nombre de la ciudad donde la estoy escribiendo? ¿No puedo poner que sea en otra ciudad? o más bien inventar el nombre de mi lugar?
    Gracias y saludos

    Responder
  7. Yo creo que esa parte habla de "no hablar más de la cuenta". Si desconocemos las costumbres, las tradiciones del lugar del que hablamos… pero si estás completamente familiarizado con ellas aunque no pertenezcas a ese lugar (por el cine, la lectura, la música…) entonces no creo que haya problema. Supongo que esa es la parte más complicada, sobre todo si escribes desde Canarias, ambientandote en Japón sin haberlo pisado nunca, digo yo. Saludos!

    Responder
  8. No me gusta mucho la idea de comercializar una obra y de seguir los pasos de un autor que, por el momento, es completamente desconocido. ¿Seguir tus pasos, que son subjetivos, para así no escribir mejor, ni como a uno le gusta, sino como «debería» ser? Creo que este cuento de editor -seguramente el que el tuyo te contó- no vale para nada más que ganar algún dinerillo a costa del aburrimiento de los demás.
    Así que creo que no voy a seguir tus pasos y no voy a no ganar concursos.

    Responder
    • Me parece perfecto. El único objetivo de este blog es ofrecer una información que a mí me hubiera gustado leer en su momento, nada más. No espero ser el mentor de nadie, y la tuya me parece una opción perfectamente válida.
      ¡Espero que tengas suerte en tus proyectos!

      Responder
  9. Diego, yo más que nadie entiendo tus ganas de crear. Pero tras haber ojeado tu Facebook, he de decirte lo que cualquier editor te ha podido decir ya: escribes mal. Y eso está bien, en serio. En un mundo en el que la inmensa mayoría de títeres literarios escriben muy mal, tú estás un escalón por encima. Algo es algo. Sinceramente, al igual que se le dice a un chico que entra de nuevo al gimnasio -te faltan dos pucheros-, a ti te diría: Diego, te faltan trescientas cincuenta grandes obras por leer, y tres mil escritos por crear. Entonces, y solo entonces, tal vez tu prosa supere a tus ganas por escribir.

    Responder
  10. El último punto me llamó mucho la atención. Al leerlo me vinieron a la mente varios libros en los que estaba casi seguro de haber leído algún «ya que». Enseguida revise varios de mis libros, y en todos ellos encontré una buena cantidad de «ya que» (varios de los libros son conocidos best sellers).
    De todas formas, luego caí en la cuenta de que todos esos libros son traducciones, y quiza pueda ser esa la causa del problema. O quiza el problema de los «ya que» solo aplique para concursos literarios, y no para autores ya consagrados.
    ¿Ustédes qué opinan?

    Responder
    • Tengo que aceptar el primer comentario de cada participante (al menos creo que es sólo el primer comentario), pero éste es el primer comentario tuyo que me he encontrado, krasner… ha debido de haber algún problema con el anterior, lo siento.

      Responder
  11. Sí, pasaría algo raro con el portatil porque el segundo me salió como «pendiente de moderación» pero el primero no. Lo malo es que tampoco me dejaba reenviarlo porque se suponía que estaba duplicado… Bueno, era un comentario bastante largo y me pillas sin ganas ahora de hacer otro igual, pero resumo en dos o tres puntos:

    – el blog es genial, anima mucho a seguir escribiendo, tanto por los consejos con los que estoy de acuerdo, muchos de ellos muy buenos, como por los que no estoy de acuerdo. Te agradezco que te tomes tu tiempo en ayudar a otros escritores nobeles.

    – Aún así, a pesar de que muchos consejos son de lógica, creo que no se deben tomar como una guía absoluta. Si lo hicieramos, seríamos clones. Cada quién debe encontrar su propio estilo y ese estilo puede implicar saltarse ciertas reglas. Por poner un ejemplo: que los diálogos deben ir directos al grano es una norma común y de pura lógica, pero en según qué obra un autor podría incluir diálogos totalmente insustanciales y demasiado parecidos a los que tenemos en la realidad y quedar bien, siempre que los haga con gracia. Esto me lo imagino sobre todo en una novela de humor, pero puede funcionar. Es solo un ejemplo. A lo que voy, es que no se trata de que todos seamos iguales, sino que podemos saltarnos ciertas reglas si sabemos bien los riesgos a los que nos exponemos al hacerlo, así como debemos saber que seguir al pie de la letra todos los consejos y reglas que nos encontremos como algo rígido también es un riesgo en sí mismo.

    – El consejo del «ya que» me ha matado. Es una expresión que yo, en mi vida cotidiana, uso y escucho mucho. «ya que eres…» » ya que estás…» «ya que x es así…». no se, para nada la veo como una expresión en desuso ni nada por el estilo. Al contrario, la considero muy frecuente, al menos en mi entorno.

    Por otra parte, tampoco creo que los noticiarios hagan mal en usarla, ni los escritores. es una expresión que forma parte de nuestra lengua, fácil de entender (no es que hablemos de «Burdégano»). Creo que infravaloramos al lector si pensamos una expresión tan típica como el «ya que» les va a echar para atrás a la hora de leer un libro.

    Por otra parte, si una expresión se usa menos, ¿debemos descartarla? porque si solo escribimos palabras y expresiones que use todo el mundo, reducimos nuestras posibilidades en el uso de la lengua a la hora de escribir en un 98% yel castellano es una lengua preciosa y muy rica como para hacer una cosa así.

    Saludos!

    Responder
    • Nunca hay que tomar nada como verdad absoluta, pero sí que conviene aprender que todo tiene un efecto sobre nuestra prosa y que tenemos la obligación de justificar narrativamente ante el lector cada decisión que tomemos. Un ejemplo de esto es ‘Patria’, la última novela de Fernando Aramburu. Es una novela de inspiración oral en la que el autor cambia frecuentemente de punto de vista, muchas veces hasta dentro de un mismo párrafo. Hace esto porque está replicando la forma en la que solemos contar las historias a nuestros amigos y conocidos. En esos casos no solemos ceñirnos a un solo punto de vista ni a un solo tiempo verbal, sino que solemos oscilar hacia uno y otro lado buscando la agilidad de la narración. En su novela queda fenomenal. Pero si yo lo incluyera en un relato que no justificara ese modo de contar las cosas… sería un error.

      Cuando ponía el ejemplo del «ya que» me refería a su uso como sinónimo de «porque» en frases como «he llegado tarde, ya que había atasco». Está muy bien dicho, pero engola la prosa de un modo que no usaría nunca un joven de, por ejemplo, 16 años. Puse este ejemplo porque lo veo muy a menudo en textos en los que el autor se esfuerza demasiado por demostrar que su prosa es elevada… cuando no lo es.

      En cuando al tema de las expresiones poco usadas, la verdad es que creo que debemos escribir en un registro que nos sea familiar a nosotros como autores. Cuando tiramos de diccionario de sinónimos, semántico, etc., siempre corremos el riesgo de meter la pata. Yo uso muchas expresiones poco frecuentes, pero es que las uso ya en mi día a día 🙂

      De todos modos, siempre debemos esforzarnos por llamar a cada cosa por su nombre… y a veces es absurdo buscar un sinónimo de ventana, cuando nos encontramos junto a una ventana.

      El objetivo no es tanto ponérselo fácil al lector, sino tratar de que nuestra prosa no «moleste» la historia. En la primera página de nuestro relato habremos establecido un tono al que nos deberemos ceñir, sea el que sea. Y ese tono debe convenir a la historia. Si no se rompe nada de esa cadena, ¡adelante con los palabros extraños!

      Abrazo.

      Responder
  12. ¡¡Es justamente lo que quería decir, Abel!! Que si la novela lo justifica o es tu intención expresa (un ejemplo del cine: Stanley Kubrick y la peculiar prosa de La naranja mecánica, que no se si la comparte la novela), puede quedar muy bien, aunque por lo general son cosas que mejor evitar. En mi opinión, sobre todo si eres nobel, ya que (te juro que me sale solo) aún tienes mucho que pulir.

    Lo del ya que y otros palabrejos extraños ahora me ha quedado mucho más claro y te doy la razón totalmente. Los diccionarios de sinónimos mejor dejarlos solo para cuando sean imprescindibles.

    Da gusto debatir contigo, Abel, un saludo!!

    Responder
  13. Hola, mira que te escribo aquí 8 años después de esta publicación, pero me ha quedado una dudo con el punto sobre la literatura de género, porque quedan muy claros los ejemplos de lo que no es bienvenido, pero acaso no todo tiene algún género? Creo que ayudarían mucho algunos ejemplos positivos de lo que suele ser bien recibido.
    Un saludo si es que todavía revisas estas cosas.

    Responder
  14. Me ha encantado, ahora tengo muchos sesgos al leer novelas, jaja. Sobre todo el de clichés que ahora los detecto rápidamente! En Amazon hay cientos de novelas de aficionados que no han pasado por ningún control lleno de esos errores. Enhorabuena por el post

    Responder

Responder a Pedro Vargas Hernández Cancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.