Ejercicio 1: Muestra la tensión entre los personajes

Abel Amutxategi
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En la encuesta que he estado haciendo a lo largo de los últimos días, habéis mostrado mucho interés en todo lo que hace referencia a cursos, seminarios y ejercicios.

Para organizar un curso o un seminario en condiciones voy a necesitar algo de tiempo (lo veo imposible antes de septiembre y tampoco voy a compromenterme con esa fecha hasta ver cómo se van desarrollando la primavera y el verano), pero con esta entrada quiero dar comienzo a una serie de ejercicios mediante los que podamos trabajar todos nuestra técnica y compartir los resultados con el resto de miembros de esta comunidad de ‘Cómo escribir un libro (sin morir en el intento)’.

Serán unos ejercicios breves que se puedan responder en la sección de comentarios.

Sin más preámbulo, os dejo con el primero de ellos:

Taller de narrativa aprender a escribir

Escribe una breve escena con dos personajes que estén en medio de una acción. Pueden estar preparándose para una fiesta, tratando de desbloquear su coche bloqueado en la nieve… lo que quieras.

Uno de ellos ha estado manteniendo algo en secreto y el otro acaba de descubrirlo, aunque todavía no ha revelado que ha descubierto ese secreto.

Utiliza el diálogo y las acciones para mostrar la tensión que hay entre ambos personajes, sin tratar directamente el tema del secreto en ningún momento.

¿Te atreves a compartir lo que has escrito en los comentarios de esta entrada?

Gracias por leer…

90 comentarios en «Ejercicio 1: Muestra la tensión entre los personajes»

  1. Pingback: Bitacoras.com
    • Se pasaba de un lado a otro rascandose la barbilla en formas circulares con las yemas de los dedos, levanto la vista y solto un bufido
      -Has llegado tarde- trato de suavizar la voz lo mas que pudo
      -Lo siento… me eh quedado hasta tarde a cuidar a mi… madre- haciendo una pausa sospechosa pero cautelosa la hermosa mujer rubia se sento en el banco de madera junto a la mesa.
      El solo la miraba con ojos sin expresion alguna, diciendose una y otra vez ‘manten la calma».
      -¿Que les traigo para comer?- interrumpio una morena de ojos marrones con cabello ondulado y sonrisa despreocupada
      -¡¡Tu diras!!- tiro de un jalon el banco y se sento a su lado con mirada perdida en las piernas bronceadas de aquella rubia que amaba tanto
      -Un cafe y una barra energetica- sonreia a su celular sin prestarle si quiera un poco de atencion.
      -¿Es todo? – dijo con voz tenue e insegura
      -¿Que? Ah.. si… si… claro- distraidamente buscaba entre su bolsa sombras de ojos rosa claro y una brocha, colocandosela con cuidado que pasaba acariciando su piel
      -¿Que le traigo a usted joven? – lo miro a los ojos y le dedico una sonrisa
      -Lo mismo que a la señorita- la joven mesera asintio y se marcho sin decir mas
      -Dulce… te amo- solto torpemente mientras la miraba a los ojos.
      Haciendo una mueca de dolor -parecia que la hubiesen apuñalado por la espalda, lo miro alzando una ceja topandose con ojos azules, y secame respondio- tambien te amo, seguido regreso a su celular
      -Carajo- deja ese estupido celular en la mesa y mirame a los ojos
      -¡¡Calmate!! -le grito ceñuda
      -¿Podemos hablar sin tu aparato en medio?- respiraba agitadamente
      Ella lo ignoro una vez mas y haciendo que se le subiera la sangre a la cabeza, tomo el ipod agitado y lo avento al suelo causando que estallara en mil pedazos, la poca gente que se encontraba ahi los miraba con curiosidad.
      -¡¡Nathan, mierda!! – grito ella, mirando con ojos tan abiertos como platos a Nathan.
      Sin decir mas, la jalo de la mano sin antes dejar en la mesa un billete de doscientos pesos mexicanos, exasperado y pasandose la mano derecha sobre su cabello alborotado una y otra vez la llevo al callejon que estaba detras del pequeño restaurant
      -Olvide mi bolsa y ¿que diablos? ¿que hacemos aqui?- decia casi gritando
      -Dulce te amo… ¿acaso no lo sabes?
      -Si- se cruzo de brazos y puso los ojos en blanco
      -¿Sabes? Desde que te conoci siempre supe que eras una perra en celo que solo queria que la follaran… pero por alguna razon me enamore de ti
      -A mi no me insultas idiota… deberia irme, y cuando acabes con tus poblemas impotente sexual, podriamos hablar-
      Sin duda fue un golpe bajo para el… y no esperaba callarse mas el secreto, respiro tres veces y abriendo los ojos totalmente calmado miro sus ojos verdes y sus curvas perfectas…
      -¡¡Espera!!-
      ¿Que? Dijo irritada
      -No puedo permitir que otro este contigo…-
      Ella lo miraba totalmente aburrida .
      Con cautela saco de su bolsillo una pistola y sonrio maliciosamente, mordiendose un labio y mirandola con deseo.
      ¿Nathan? Se quedo paralizada un instante al ver la pistola entre sus manos.
      ¡¡No puedo dejarte ir…!! -le apuntaba directamente a la cabeza y totalmente excitado…

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      • Seguramente tendre muchos errores ya que lo hice desde celular y no puedo poner el texto como quiero, soy principiante y posiblemente no sepa mucho, pero estudiare todo y tratare de mejorar mi texto (:
        Se pasaba de un lado a otro rascandose la barbilla en formas circulares con las yemas de los dedos, levanto la vista y solto un bufido
        -Has llegado tarde- trato de suavizar la voz lo mas que pudo
        -Lo siento… me eh quedado hasta tarde a cuidar a mi… madre- haciendo una pausa sospechosa pero cautelosa la hermosa mujer rubia se sento en el banco de madera junto a la mesa.
        El solo la miraba con ojos sin expresion alguna, diciendose una y otra vez ‘manten la calma».
        -¿Que les traigo para comer?- interrumpio una morena de ojos marrones con cabello ondulado y sonrisa despreocupada
        -¡¡Tu diras!!- tiro de un jalon el banco y se sento a su lado con mirada perdida en las piernas bronceadas de aquella rubia que amaba tanto
        -Un cafe y una barra energetica- sonreia a su celular sin prestarle si quiera un poco de atencion.
        -¿Es todo? – dijo con voz tenue e insegura
        -¿Que? Ah.. si… si… claro- distraidamente buscaba entre su bolsa sombras de ojos rosa claro y una brocha, colocandosela con cuidado que pasaba acariciando su piel
        -¿Que le traigo a usted joven? – lo miro a los ojos y le dedico una sonrisa
        -Lo mismo que a la señorita- la joven mesera asintio y se marcho sin decir mas
        -Dulce… te amo- solto torpemente mientras la miraba a los ojos.
        Haciendo una mueca de dolor -parecia que la hubiesen apuñalado por la espalda, lo miro alzando una ceja topandose con ojos azules, y secame respondio- tambien te amo, seguido regreso a su celular
        -Carajo- deja ese estupido celular en la mesa y mirame a los ojos
        -¡¡Calmate!! -le grito ceñuda
        -¿Podemos hablar sin tu aparato en medio?- respiraba agitadamente
        Ella lo ignoro una vez mas y haciendo que se le subiera la sangre a la cabeza, tomo el ipod agitado y lo avento al suelo causando que estallara en mil pedazos, la poca gente que se encontraba ahi los miraba con curiosidad.
        -¡¡Nathan, mierda!! – grito ella, mirando con ojos tan abiertos como platos a Nathan.
        Sin decir mas, la jalo de la mano sin antes dejar en la mesa un billete de doscientos pesos mexicanos, exasperado y pasandose la mano derecha sobre su cabello alborotado una y otra vez la llevo al callejon que estaba detras del pequeño restaurant
        -Olvide mi bolsa y ¿que diablos? ¿que hacemos aqui?- decia casi gritando
        -Dulce te amo… ¿acaso no lo sabes?
        -Si- se cruzo de brazos y puso los ojos en blanco
        -¿Sabes? Desde que te conoci siempre supe que eras una perra en celo que solo queria que la follaran… pero por alguna razon me enamore de ti
        -A mi no me insultas idiota… deberia irme, y cuando acabes con tus poblemas impotente sexual, podriamos hablar-
        Sin duda fue un golpe bajo para el… y no esperaba callarse mas el secreto, respiro tres veces y abriendo los ojos totalmente calmado miro sus ojos verdes y sus curvas perfectas…
        -¡¡Espera!!-
        ¿Que? Dijo irritada
        -No puedo permitir que otro este contigo…-
        Ella lo miraba totalmente aburrida .
        Con cautela saco de su bolsillo una pistola y sonrio maliciosamente, mordiendose un labio y mirandola con deseo.
        ¿Nathan? Se quedo paralizada un instante al ver la pistola entre sus manos.
        ¡¡No puedo dejarte ir…!! -le apuntaba directamente a la cabeza y totalmente excitado…

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    • Domingo por la tarde, 13 de Octubre de 1985, en el área común del parque Hundido de la ciudad de México. Cientos de personas pasean en los alrededores, unos corren por la pista especialmente diseñada de color rojizo, a lo lejos parejas se alejan para pasar un rato acaramelados cerca de un árbol frondoso que los cubra de la mirada de los que en ese momento recorren el área. Ahí se encontraban dos parejas caminando de la mano. Ya entrado el otoño las tardes, en la ciudad de México, se sienten frescas. A lo lejos se aprecia como el volcán Popocatepetl en su parte superior la nieve cubre la punta, era un día despejado, algo raro en la ciudad ya que difícilmente se puede tener una vista, así, de este coloso. Una pareja discutía sobre como los problemas económicos estaban afectando sus vida matrimonial. Jorge un joven de 28 años graduado de la carrera de ingeniero industrial del Politécnico Nacional, se encontraba desempleado al renunciar a su ultimo trabajo por iniciar su negocio propio. Una papelería que no fructifico he hizo inestable económicamente su futuro. Ella Jaqueline de 23 años trabajadora del sector salud, para el instituto mexicano de seguridad social, apenas alcanzaba un salario decente pero lograba mantener cierta estabilidad.
      Llevaban juntos 2 años de casados y ya planeaban tener hijos. Pero las circunstancias en ese momento no los hacían aptos para contraer dicha responsabilidad. Ella inicio con una pregunta directa:
      – ¿Jorge, Cuales son tus planes de aquí a 5 años?. Al instante simplemente con un gesto en su cara se planteo la pregunta, que Jaqueline le hizo en ese momento. Jorge contesto:
      – Mis planes no te los puedo decir, pero si tengo una respuesta a tu pregunta, Dios hace mis planes y yo sigo lo que me encomienda.

      En ese momento Jaqueline se sentía mas confundida que antes porque para ella, esa no era la respuesta que esperaba. Si embargo mostró serenidad y siguieron caminando. Insistentemente ella volvió a replantear su pregunta y cuestiono a Jorge.
      – ¿Bien por que no me puedes decir los planes que Dios tiene para ti o mejor dicho estoy yo en los planes que tiene el para ti?

      Antes de responder soltó un suspiro profundo contestando a la pregunta.
      – Jaqueline tu crees en Dios?
      – Claro. Respondió
      – Si crees en el debes de tener fe y la fe es ver lo que uno cree y su recompensa es ver lo que uno cree.

      Un silencio se apodero de Jaqueline, tratando de procesar lo que acababa de recibir como respuesta, sintiendo un desagrado desconcertante, no lograba entender si lo que Jorge le había contestado era una respuesta a su pregunta o simplemente le estaba evadiendo del tema real y la circunstancia económica que sufrían en ese momento. Un sexto sentido que dicen tener las mujer le decía que había algo de lo que ella no estaba enterada.

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    • la tarde se oscurecía y ya pronto llegaría la noche.
      la oscuridad como su secreto, le daba mucho miedo, y ganas de desvanecerse y desaparecer.
      se encontraba en la mesa de la cocina, viendo telecirco, cuando sonó el teléfono. se levantó de la silla de un brinco, «no podía ser», «espero que no sea… es imposible», pensó.
      la muerte no era algo conocido para él. sabía muy bien lo que era la muerte, pero vivirla en primera persona no fue algo que hubiese vivido, ni algo lo más remoto, parecido
      – diga?- se notó la voz extraña, ronca
      – te acuerdas de mi?
      – sí.- hizo una pausa, recordando- ¿pedro?
      cuando terminó de hablar por teléfono, se sentía muy aliviado, como un gran peso quitado de encima, y se dirigió despreocupado, esta vez al sofá dejando la tele de la cocina encendida.
      otra vez sonó el telefóno. esta vez sintió terror de verdad.
      -¿si?- una voz apagada e insegura apareció.
      – hola cariño, ¿como estas?
      -bien – tuvo que fingir. joder exclamo para sus adentros.
      – estoy apunto de llegar, tardaré unos 20 min. aproximadamente.
      tuvo que fingir durante la conversación para que no se notara ningun matiz extraño que la hiciera preocuparse de nada.

      al encontrarse con ella en el recibidor de su casa, se detuvo en seco hasta ella.
      -cariño…-..
      pd: me tengo que ir a trabajar pero si a alguien le ha gustado,
      no dudaré en terminarlo.
      pd2: gracias por esta pagina, si alguna vez publico un libro, dedicare a esta pagina por iniciarme y motivarme a escribir
      pd3: para aprender a escribir, como dice sthephen king, solo hace falta leer todos los putos días.

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    • ─Será necesario que una de nosotras se acerque a la gasolinera, entre en los servicios y llene una botella con agua ─sugiere Helen, sabiendo de antemano que Gabrielle no querría entrar en los lavabos por ningún motivo. Prefería morirse de sed.
      ─Yo puedo encargarme de conseguir el agua. Cómo, es algo que deberá decidirlo quien acepte la misión. ─respondió Gabrielle sin apartar la vista de la gasolinera─ Si tú decides el cómo, ya deberías haberte puesto en movimiento.
      ─Gabrielle, debes matar a esos demonios que te persiguen. Están sólo en tu cabeza. De ti, solo de ti depende que te sigan hostigando y alimentando tus fobias.
      ─ ¿Desde cuándo eres psicóloga? ─la interrumpió evidenciando una molestia al borde de la ira.─ ¿Acaso sabes algo acerca de mi siquis que yo no sepa y quieras contármelo?
      ─Nada que te interese escuchar y lo suficiente para ayudarte a resolverlo.
      Las dos muchachas permanecían ocultas tras los restos de ese viejo automóvil oxidado casi cubierto por la hierba seca. Algo hedía en su interior. Probablemente alguna alimaña que llevaba días muerta.
      ─Se me acaba de ocurrir un plan, que podría dar resultado ─razonó en vos alta Gabrielle─ sin que nadie tenga que meterse en el lavabo de una gasolinera perdida en el medio de la nada, con todo lo que ello supone.
      ─Te escucho muchacha.
      ─Deberíamos encender un buen fuego aquí mismo, alejarnos hacia detrás del camino. Un fuego a esta distancia de los tanques de combustible, disparará la alarma y esos dos paletos correrán hacia aquí a apagarlo. Ese es el momento para entrar al mini mercado y servirnos lo que haga falta, e incluso algo de dinero.
      ─No es mal plan mí querida amiga. Aunque sabes que si nos pillan, eso significan disparos, y no hay ni un puto árbol donde protegernos en veinte millas a la redonda. Tú decides esta vez.
      ─Cualquier cosa vale la pena intentar, antes de que deba entrar en un lavabo de gasolinera. Solo el olor, me lleva a esos recuerdos y, odio que aún, después de tanto tiempo sigan ahí, hostigándome cada vez que cierro los ojos.
      ─A eso me refería Gabrielle. Debes acabar con esos demonios, de una vez para siempre. Y, creo que la mejor forma es enfrentarte a ellos. De alguna manera están controlando tu vida, y lo seguirán haciendo, hasta que tomes esa puta decisión.

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    • La conocí una tarde cuando entró a mi negocio en donde me dedicaba a la venta de telas al publico en general. Ella contaba con veinte años de edad y se llamaba Rosa Isela. Ese día lucia un lindo vestido verde floreado y unas zapatillas blancas que la hacían ver muy hermosa como lo era. Su cabello negro le caía como cascada sobre su espalda. Sus ojos tenían un color café claro y su piel era tersa y apiñonada. Con cada paso que daba mostraba su garbo, su elegancia y su hermosura. Era ante mis ojos una princesa salida de un cuento de hadas. Su parecencia cuando la vi por primera vez, provoco una perturbación muy grande en mi corazón y en mi alma.
      La visita a mi negocio era en razón de la compra de una tela para la confección del vestido que luciría en sus quince años su hermana menor. Era un monumento de mujer y yo necesitaba conocerla. No tenia remedio, era un mujeriego empedernido, cínico e inconsciente.
      A la hora de pagar en caja – en donde yo era el que cobraba-una vez que escogieron y le cortaron a su hermana y ella la tela buscada, atrevidamente le comenté y le pregunté al tiempo que le entregaba su bolsa conteniendo los cortes de tela que habían comprado..
      -Ya ve. ¿ No me va a invitar a los quince años de su hermana ?
      – Lo vamos a invitar-respondió Rosa Isela tratando de ser amable y cortar la platica.
      – ¿ Sabe que ? ¿ Por que no me da su numero telefónico ? Tome el mio-le dije dándole una tarjeta de presentación.
      – ¿ Tiene en que anotar ? -contesto coqueteandome.
      – Dígame-conteste al tiempo que iba anotando los números que ella me proporcionaba.
      Después de su partida del negocio me quede muy nervioso e impresionado a tal grado que sentía que me sofocaba. Percibí que ella se habia dado cuenta del impacto emocional que causo en todo mi ser, porque su rostro expreso una gran satisfacción al verme tan estúpidamente interesado en su belleza.
      Con la finalidad de que no pensara, según yo, que me habia dejado ese día prácticamente rendido a sus pies, no le llame durante dos mese poco mas o menos, esperando de manera infantil que ella me llamara, lo que por supuesto no hizo, .Desesperado, ya no pude soportar mas esa ausencia de su parecencia que me tenia hechizado y que no me dejaba día tras día conciliar el sueño por las noches, y no me quedo otra alternativa, que llamarle, aunque no sabia ni quien era, ni donde vivía siquiera. Así, que tome el teléfono y marque el numero que tenia anotado en mi libreta.
      -Si ¿ Diga ?- contesto una mujer adulta que supuse seria la madre de Rosa Isela.
      -Disculpe ¿ Hablo a la casa de la señorita Rosa Isela ?
      – ¿ De parte de quien ?
      – De Ricardo- conteste tratando de hacer creer a la señora Laura que por el hecho de presentarme de esa forma tan directa, que era un joven de la edad de su hija, lo que no era así- tenia cuarenta y cinco años de edad.
      – Disculpe ¿ Con quien hablo ?
      -Con la señora Laura, su mamá.
      – ¿ Se encuentra Rosa Isela ?
      – Si aquí está. Ahora le hablo. No cuelgue.
      La madre dejo el teléfono para ir a buscarla. A lo lejos se escuchó el ladrido de un perro y los gritos de unos niños que jugaban. Como a los tres minutos Rosa Isela tomó el teléfono y contestó.
      – ¡ Bueno ! – dijo Rosa Isela.
      Sentí un zumbido en mi cabeza hermoso, y un cosquilleo en mi estomago cuando oí su voz.
      – ¡ Buenas tardes, señorita ! ¿ Como está usted ? Sentí que mi voz sonó monótona comparada con la suya que era envolventemente angelical.
      – ¿ Quien habla ? pregunto, quizá a sabiendas quien era.
      – El señor del negocio donde fuiste a comprar las telas para los quince años de tu hermana.
      – ¡ Ahh,si! Dígame.
      – ! Oye como eres ¡ No me hablaste, me quede esperando tu llamada para invitarme a los quince años- le dije como si la conociera de siempre.
      -Ahh, discúlpame pero mi papá y mi mamá se encargaron de las invitaciones.
      ¡ SI esta bien ! Pero, por qué no me has hablado, te di mi numero.
      – Ahh. Mira, la verdad no he tenido tiempo.
      – ¿ Ni siquiera para saludarme ? Hablaba con una seguridad que estaba muy lejos de sentir, tenia miedo que de repente y abruptamente se despidiera y me dejara colgado al teléfono. Pero para mi sorpresa me respondió.
      – ¿ Por qué no me habló usted ?
      – Es que no encontraba tu numero telefónico, Mentí.
      – ¿ Estas ocupada ? – eso no se pregunta en una circunstancia como esta, pero estaba demasiado nervioso y me sentía torpe.
      – Estaba lavando mi ropa.
      – Dichoso el que se case contigo.
      – ¿ Por qué ?
      – Porque aparte de ser muy hermosa, eres muy hacendosa.

      Al decir esto ultimo me lance al ruedo, yo sabia que no habría otra oportunidad. Era bien evidente que por su belleza, debía tener mas de un pretendiente mucho mas jóvenes que yo y quizá hasta de mejor posición económica y social.

      ¿ Que te parece si salimos el sábado próximo al cine ?- le propuse sin preámbulo alguno.
      – No puedo.
      – ¿ y a bailar a una discoteca muy bonita que conozco ?
      – Tampoco puedo-. Firme. Cortante acotaba. Pero intuía en mis adentros que algo de mi le interesaba, porque no me colgaba el auricular.

      Fallé el primer lance, pero a esas alturas sabia que se interesaba, pero no la convencía…algo faltaba…la mujer es impredecible…no trates de entenderla…ámala.

      – Señor, ya no me moleste. Me voy a casar en dos meses. Ya estoy pedida y dada y ya hice todos los arreglos en la iglesia para el evento matrimonial. Deje de molestarme- me dijo sin decir agua va. Me dejo fuera de balance.

      – ¿ Como ? Con cinismo respondí. Perdón no lo sabia ¿ Quien es tu novio afortunado ? – Pregunte.

      – ¿ Por qué quiere saber de él ?

      – Simple curiosidad.

      – Mire señor, mi novio es contador y trabaja en el Gobierno del Estado.

      – Eres muy afortunada Rosa Isela.
      – ¿ Por tener un contador como novio y prometido ?
      – No. Por tenerme a mi como tu mas ferviente admirador,
      – JA ,JA ,JA ,JA -se rió y luego modificó se expresión y estado de animo- Oiga señor, se supone que no debo de estar hablando con usted ¿ Por qué no se busca una mujer sin compromiso ?

      Ya nada podíamos ocultar los dos, se corrió el telón, y empezamos hablar con seriedad y sin ambages.

      – Me gustas tú.
      – Esta usted loco. Yo me voy a casar dentro de dos meses- retrocedió-Ya era demasiado tarde para ello.

      – ¿ Que letra de la palabra casar no entiende ?
      – Me gusta mas cuando te enojas.
      – ¡ No estoy enojada !.Simplemente me incomoda que usted no entienda.

      – ¿ Sabes que tienes una hermosa voz ?
      -Uhmm.
      – Y tus ojos son como los de Cleopatra la Reyna de Egipto.
      – Oiga señor.
      -Si, dígame
      – Discúlpeme. Creo que me he portado grosera con usted.

      .- No hay ningún problema, Rosa Isela.

      – Oiga. A propósito ¿ Como esta usted ? Me dijo con voz pausada y serena.
      – Un poco magullado por el maltrato que me ha dado- respondí, en tono de broma.
      JA, JA, JA, JA – Se rió Rosa Isela de buena gana.

      – Era broma. Estoy bien, pero podría estar mejor escuchando personalmente su bella voz. De echo iba ir a comer, pero debido a que comer solo no me agrada, le quería pedir que me concediera el privilegio de aceptar una invitación para ir a comer juntos al restaurante SUNTORY en donde acostumbro comer – con esa invitación la quería impresionar, nunca comía yo en ese lugar y cuando lo hacia era solamente en casos muy especiales y cada venida del Santo Papa de Roma a México.

      – ¿ Donde queda eso ?

      – Sobre la Costera Miguel Alemán. Cocinan muy sabroso en ese lugar.

      – Fíjese que no puedo.

      – Dicen que atienden muy bien y hay aire acondicionado, yo que le puedo decir.
      – Mira Ricardo. No puedo ir ahora, pero yo te hablo a las once de la noche para ver si vamos mañana.

      Esa noche no dormí, tuve que desvelarme un poco porque pasado las doce Rosa Isela no me habia llamado. Estaba hecho un » manojo» de nervios. Finalmente como a la una y media de la mañana sonó el teléfono. Deje que timbrara las tres veces de rigor y descolgué la bocina..Era Rosa Isela. habia aceptado la invitación…Lo demás es otra historia.

      Parte tomada de la novela de mi autoría : » LOS SUEÑOS SON POSIBLES»
      de venta en librerías PORRÚA. en toda la república mexicana.

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  2. – Tira de ahí. ¡No! ¡De ahí!
    – Ya va, ya va, cariño…
    La sábana no podía estar más tensa sobre el colchón o correría el riesgo de romperse, de comprimir el colchón hasta convertirlo en una cama individual o catapultarlos a él o a ella contra una de las paredes de la habitación.
    – Coge la otra sábana -dijo ella secamente.
    Él, sumiso y tembloroso alcanzó el pedazo de tela que descansaba en el suelo. Lo estiró en el aire con toda la habilidad que pudo. La sábana se hinchó como un paracaídas mientras descendía hipnóticamente sobre la cama, pero la mano de ella frustró aquel suave aterrizaje tirando de las dos esquinas de su lado hacia abajo. Con aquel súbito tirón, a él se le escapó el trozo que estaba sujetando, y el perfecto rectángulo que se había formado en el aire se deshizo formando un amasijo de pliegues y arrugas.
    – Es que no haces nada bien -exclamó ella con la voz cargada de ira.
    Él prefirió callar. Normalmente su mujer no era así, pero si se comportaba de aquella manera era porque algo tenía guardado. No tenía ni idea de qué podía ser.
    – Tranquila, cariño, ahora la estiro.
    Apoyando la rodilla sobre la cama, alcanzó la esquina de la sábana que había soltado sin querer. Al hacerlo, el elástico de la sábana bajera se soltó enganchándole la pierna. Ella no dijo nada, se limitó a observarlo mientras se contorsionaba intentando liberarse.
    Cuando él terminó de recolocar las dos sábanas, ella esperaba sujetando la manta. Lanzó dos esquinas hacia el otro lado de la cama como si fueran un gancho de escalada. En silencio la estiraron hasta no dejar ni una sola arruga.
    – ¿Te pasa algo, cariño? Te noto tensa. -dijo él aventurándose.
    – No me pasa nada. Nada.
    Bajó la mirada. Cuando su mujer decía que no pasaba nada era que algo estaba ocurriendo. Cuando repetía la palabra «nada» era por que era grave.
    – Vamos, dime qué te ocurre -suplicó él colocando la colcha.
    – Ya te he dicho que nada. No-me-pa-sa-na-da.
    Negó en silencio con la cabeza. Tarde o temprano aquello le explotaría en la cara, pero pensó que quizá si lo dejaba pasar ella lo olvidaría. Era habitual en él autoengañarse de aquella manera.
    – Bueno, pues si no quieres hablarlo, yo me voy a usar el ordenador -declaró él tras colocar las almohadas en su lugar.
    Caminó con aire digno hacia la puerta de la habitación, pero antes de poner un pie en el pasillo, ella dijo una última frase que le hizo palidecer.
    – Acuérdate de borrar el historial del navegador -soltó mientras terminaba de acomodar la colcha sobre las almohadas.

    Responder
  3. Cinco años frente al monitor. Cinco años de estar una al lado de la otra, cercanas y lejanas a la vez. Cinco años de noviazgo. Pero Ana ya lo sabía. No debía mantener las esperanzas, porque ya no había ni perdón ni olvido.
    -Anoche te llamé por teléfono – se atrevió a decirle, continuando su teclear, sin dejar que sus ojos se posaran en otro lado que no fuera la titilante pantalla.
    -Qué extraño. No recibí ningún mensaje.
    Claudia tomó su bolso y sacó de él su celular.
    -A tu casa.
    -Mn. Supongo que no habré escuchado. – sonrió guardando el móvil.
    El sonido de los dedos deslizándose por los teclados guiaba los pensamientos de Ana por las más perturbadoras preguntas. ¿Por qué le mentía?. Aquella noche había salido a comprar una cerveza cuando la vió en el restaurante, acompañada de un hombre que acariciaba su mano. Incrédula, se había quedado observándolos hasta que el beso hambriento que compartieron golpeó sus entrañas. ¿Eso era el final? ¿Eso representaba cinco años de secreto noviazgo? ¿O simplemente se había aburrido de ella?.
    Llorar no tenía sentido. Amar tampoco.
    -¿Y dónde estabas?- insistió
    -Já. ¿Y esa pregunta?, no eres así. – rió Claudia por lo bajo, cruzando sus piernas mientras se acomodaba frente a la computadora.
    -Tal vez – respondió tras un suspiro.
    -¿Tal vez? ¿ Y eso? – tan animada como siempre, se volteó para verla a los ojos, sonriendo – ¿Te ocurre algo?.
    Ana detuvo sus dedos y descansó sus manos sobre el teclado. Presionó sus labios mientras exhalaba un suspiro angustiado, conteniendo toda la impotencia y las dudas.
    Giró un poco su rostro para observar la bella sonrisa de Claudia, sus ojos color miel y el cabello ondulado que caía grácil sobre sus hombros. Observó sus labios. Aquéllos que la estaban envenenando, que habían disfrutado otra boca, que habían compartido los suyos.
    -Nada. Sólo es cansancio.
    Y el sonido del teclado continuó enmudeciendo sus gritos.

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    • Si me lo permites voy a hacer un comentario sobre tu texto 🙂

      Me ha parecido una escena muy real. Los personajes se comportan con naturalidad y me ha gustado tanto la actitud de Ana tecleando en el ordenador sin parar como la de Claudia, risueña a pesar de estar escondiendo aquel secreto.

      Quizás desde mi punto de vista falla un poco una respuesta de Claudia en el diálogo. Me ha parecido poco creíble: «Já. ¿Y esa pregunta?, no eres así».

      También me choca que el narrador se pregunte «¿Por qué le mentía?» cuando la respuesta es evidente.

      Por todo lo demás me ha parecido un gran texto, cargado de intensidad y tensión a pesar de que Claudia intenta aligerarla con su comportamiento distendido.

      Un buen trabajo 🙂

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  4. No se si se adaptara muy bien al ejercicio pero es lo que se me ha venido a la cabeza ¡ enhorabuena de nuevo por esta gran labor! Ahí va:
    Justo en el momento en el que Elena bajo la maleta del armario empotrado apareció Héctor con una cerveza en la mano y con los vaqueros desabrochados. Después de mirar a su chica el hombre bostezo y se dejo caer sobre el destartalado sofá que hacia juego con las paredes enmohecidas y los muebles fabricados con cajas de cartón.
    -¿Qué te pasa nena? ¿A donde vas?
    La muchacha clavo sus ojos verdosos en la puerta de entrada de la casa, el piso era pequeño, solo treinta y cinco metros cuadrados de los que quería escapar cuanto antes.
    -A casa de mi hermana-dijo mientras llenaba la maleta con una pequeña montaña de ropa que saco de una caja-solo un par de días.
    -¿Ahora? ¿No vas a hacer la cena?-dijo Héctor sin perder vista de la pantalla de la televisión.
    -Hay hamburguesas de esta mañana en la nevera, cométalas todas si quieres. Me tengo que ir, el lunes estaré aquí cariño, no te preocupes.
    -¿El lunes? ¿Nunca has aguantado a la zorra tu hermana más de dos horas y ahora quieres estar con ella dos días?
    Elena sintió un escalofrió por la espalda cuando vio a Héctor girar la cabeza hacia ella a la vez que se ponía en pie. El solía hacer eso para intimidarla, mirarla fijamente y dejar lo que estuviera haciendo para castigarla con sus insistentes preguntas. Sin embargo ella no se dejaría amedrentar esta vez, ahora sabia algo que le hacia sentir repugnancia hacia aquel hombre al que amaba a pesar de sus malos modos.
    -Es por Amanda, mi sobrina. Esta enferma y quiero estar a su lado, sabes lo mucho que me quiero a esa renacuaja.
    La chica caminaba de lado pegada a la pared a la vez que aquellas palabras con más de mentira que de verdad escapaban de su boca de forma atropellada. Solo quedaban dos metros para la puerta, estaba consiguiéndolo, por fortuna Héctor solo la seguía con la mirada y repartía sus inquietudes con la lata de cerveza que estaba apurando.
    -Tú te quedas aquí-dijo el hombre tras un corto silencio.
    Elena negó con la cabeza, fue mas el esfuerzo por contener las lagrimas que el de alargar el brazo para alcanzar el pomo de la puerta. No consiguió una cosa ni la otra, la visión de Héctor tirando la lata al suelo y saltando sobre el sofá fue lo último que vio antes de caer al suelo.
    -¿Qué puñetas pasa maldita puta? Si no fuera por mi estarías en la calle muerta de frió abriéndote de patas para cualquiera.
    La presión del cuerpo del hombre hacia mella en Elena que sentía latir su corazón como un caballo desbocado. No era nada el dolor de espalda a causa del golpe ni el hecho de que en su cabeza se hubiera abierto una brecha, si no angustiosa proximidad del hombre que tanto la atemorizaba lo que le hizo que rompiera a llorar de forma nerviosa. Y todo por haber abierto el garaje de los ensayos y haber descubierto la verdadera afición de su chico.
    -¡¡¡Policía, abra la puerta inmediatamente!!!-los gritos de un hombre llegaron con claridad desde el cercano rellano, al otro lado de la puerta se oían pisadas de mas de media docena de personas.
    Elena sintió alivio, dejo de llorar y miro fijamente a Héctor a los ojos. Este noto como su novia pasaba de un estado de angustia a un estado de satisfacción en cuestión de minutos, y eso le dio más miedo que la presencia de las autoridades al otro lado de la puerta.
    -Ahora ellos también lo saben, saben lo que has estado haciendo.-dijo la chica con un hilo de sangre que corría por su frente y se estrellaba en su nariz.
    -¿Se lo has dicho tu? ¿Lo han visto?-dijo Héctor palideciendo.
    -No tenias que haberme dejado las llaves del garaje, ahora te van a coger…

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    • También me tomaré la libertad de comentar este texto. Espero ser de ayuda.

      Me ha parecido una escena tan dramática que en un primer momento me ha parecido excesivamente sobreactuada, sin embargo, por desgracia así es la realidad de muchas mujeres y al darme cuenta de ello, el texto gana fuerza y dramatismo.

      Al contrario que el anterior texto, en este se libera esa tensión generada. La desesperación de la protagonista es palpable y hace al lector suplicar que eche a correr y escape de aquel lugar.

      Al final, dejar en el aire la posible actividad delictiva del hombre es una gran elección aunque me deje con las ganas de saber más.

      Como puntos a corregir, pues hay varios errores de acentuación y algún que otro error de mecanografía, pero nada que una pequeña revisión no corrija con facilidad. Lo normal en un texto breve de este estilo.

      Enhorabuena por el texto. Es muy emotivo. Me ha gustado 🙂

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      • Gracias por tu análisis. Me alegra mucho que te haya gustado, intentare corregir en el futuro esos fallos de mecanografía y acentuación, es una de las principales debilidades de mis textos.
        Y algún día revelare el final jaja gracias.

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  5. – Hola, Marta. No te he oído llegar –Mario salió del dormitorio somnoliento, en pijama, con el pelo revuelto y restregándose los ojos.
    – Buenos días –respondió lacónicamente Marta, absorta en su café. No cambió de postura ni le dirigió la mirada.
    – ¿Has tenido buena guardia? ¿Te han dejado dormir al menos un poco tus pacientes?
    – No, no he dormido mucho, la verdad –un marmóreo perfil seguía inclinándose sobre la taza de café.
    – ¡Qué pena! Se me había ocurrido que si no estuvieras muy cansada, podríamos ir a dar una vuelta por el Paseo de los Tristes, subirnos por la Cuesta de los Chinos y, desde el Palacio de Carlos V, sentarnos al sol, para contemplar…
    – Hmm?
    – … el Albaicín. Sabes que me encantan los sábados soleados, como éste. Pero, claro, yo estoy descansado y tú….
    – Hmm?
    – … y tú no. Debes estar agotada. Mejor será que lo dejemos…
    – Hmm?
    – … para otro día… Mejor será que descanses ahora… Ya haremos algún plan chulo esta tarde, cuando…
    – Hmm?
    – … cuando te levantes…
    – Hmm.
    – Marta, dime algo. Desde que has venido, no me has dirigido ni media docena de palabras. ¿Te ocurre algo? –Un bocado demasiado grande parecía estar bajando por el esófago de Mario y su voz se iba haciendo pastosa y asfixiada.
    – ¿Desde que he venido? ¿Desde que he venido… de dónde? Mario, no me he ido a ningún sitio. Anoche te dije hasta mañana, porque me iba al hospital. Bajé al garaje, subí al coche y en el asiento del copiloto me encontré mi planilla de turnos de guardia. Enseguida me di cuenta que me había confundido, que no entraba de guardia hasta el domingo por la noche. Subí silenciosamente para darte una sorpresa… y…
    – … la sorpresa te la llevaste tú…
    – No comprendía porqué mis tops estaban tan dados de sí; mis tangas, ensanchados y deshilachados a los dos días de estrenarlos; mis medias de malla hechas un ovillo en el fondo del cajón, cuando yo las guardo con mimo para que me duren más. Tampoco entendía qué tipo de prominencias podían abrir esos enormes agujeros a la altura de… ya sabes de dónde. Y el desgarro mal reparado y mal disimulado del ante negro de mis zapatos…
    – …de vertiginoso tacón…
    – ¿Y dices, cansada yo? ¡Cansado tú! Yo, al menos, he dormido unas horas en el sofá. Pero tú… Me dormí y aún oía el repique de tus tacones… perdón, de mis tacones. ¡Extenuado tienes que estar tú!

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    • Una vez más, espero que no te importe que haga un comentario sobre tu texto 0:)

      Esta ha sido sin duda el texto más divertido y sorprendente. Mantiene muy bien el misterio al principio de qué puede haber pasado. Se muestra perfectamente la indiferencia de la protagonista con sus respuestas onomatopéyicas (hmm?).

      El hombre aparece muy amable al principio y te hace preguntarte qué habrá hecho. Luego, la forma en que asume que le han pillado también es bastante divertida, eso sí, a costa de credibilidad. Creo que la respuesta, aunque divertida, es bastante poco probable.

      Hecho de menos también un poco de descripción acerca de su reacción. Puede que sea un disfrute perverse, pero me hubiera gustado saber los gestos de su cara al sentirse descubierto.

      Por todo lo demás está muy bien escrito y es muy divertido. Eso sí, tensión, tampoco hay mucha 😛

      Enhorabuena. Gran trabajo 🙂

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      • Gracias, Pablo, por tu generosa valoración. Me resulta muy útil. Voy a tener en cuenta tus sugerencias y las voy a incorporar en una nueva redacción. Gracias de nuevo. Inés

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  6. Viajábamos en silencio, yo los observaba a los dos, y solo me atinaba a cebar un mate atrás del otro, como buen copiloto que soy en los viajes en auto, mientras Juan cada tanto, miraba por el espejo retrovisor a Juani, que iba sentado atrás y no se percataba de ese ataque visual. Juan movía la cabeza y fruncía el entrecejo, pero Juani nada, ni pizca de cuenta se daba que Juan quería mostrarle lo ofendido que estaba. Paramos a estirar las piernas y yo me fui enseguida a cargar el termo con más agua caliente para seguir con los mates. De lejos, escuché que los dos “Juanes” conversaban.
    -Che boludo, ¿Qué onda vos que hace rato que no te veo con ninguna mina?-preguntó Juan sonriendo de costado. Cuando se ríe así, en realidad solo pregunta las cosas con sarcasmo, porque ya sabe la respuesta.
    -Y no pasa nada, es que ya me clavé con varias boludas muchas veces-contestó Juani mirando a lo lejos, como quien quiere evadir preguntas como esas.
    -Aaah anda pajero, si seguro que has tenido terribles minas al lado tuyo, ¿todas van a ser boludas?
    -No no es eso, es que yo me engancho mucho enseguida con las minitas, y me quiero ir a vivir con ellas enseguida, y bueno, viste como soy yo. Así como me enamoro fácil, de la misma forma me pudren rápido las pibas así.
    -Pero, ¿y si cuantas novias tuviste? Florencia y Maggi nomas, boludo.
    -¿Ehhh? Naa esas dos no fueron las únicas.
    Entonces Juan, riéndose más todavía, cruzó los brazos en el aire, poniéndolos cerca de las axilas, y mandó la pera para adelante intimidando a Juani
    -¿Ah no? Entonces me cagaste boludo, yo desde que te conozco siempre me hablaste de esas dos solamente.
    Juani lo miró desconcertado. Yo me acerqué despacio. Ya sabía por Lila toda la verdad de esa conversación. Pero al parecer, Juan también lo había averiguado vaya a saber cómo, y quería averiguar si era cierto o no. Juani volvió a fijar la vista a lo lejos y exclamó:
    -¿Nunca te hablé de Lucia?
    -No.-dijo Juan poniéndose serio-Lucia la hermana de Lila, ¿no?
    Se quedaron mirando fijo. Juan y Juani eran amigos. Se conocían hacía mucho tiempo, pero en ese instante se dieron cuenta que no solo tenían en común la camiseta y el fanatismo por el mismo equipo de futbol, o las mismas bebidas alcohólicas, o el mismo tipo de auto que les fascinaba. Además también, habían sido novios de la misma persona, la hermana de Lila. O sea, les gustaba el mismo tipo de mujeres.
    ………….

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    • Si no te importa, comentaré este texto al igual que los otros.

      Antes de nada querría decir que me ha costado bastante leerlo debido a que usa un dialecto sudamericano con expresiones que no conozco demasiado bien, así que puede que me haya perdido algo (y esto no es una crítica, solo un comentario :P).

      Me ha parecido una escena entretenida y bastante distendida y es por eso que creo que está carente de la tensión que era el objetivo final del ejercicio. Tal vez al final se aprecie esa tensión cuando los dos protagonistas descubren haber estado con la misma chica, pero apenas es perceptible en esas escasas líneas.

      Por el resto, me parece una escena bastante amena y divertida.

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  7. La voz sonaba clara detrás del teléfono a pesar del sonido de fondo, un sonido familiar que a Mónica esta vez no le provocó curiosidad, ni odio, ni celos.
    – Pues he pensado que podrías venirte en mayo. Es buena época aquí y subiríamos a la montaña que…
    -No -le cortó tajante, ahogando con la palabra aquel mundo de ensueño que el dibujaba con la emoción de un niño.
    -¿No, qué? ¿No puedes venir en mayo? ¿Entonces?- titubeó el chico empezando a masticar el sabor de lo que no tiene remedio.
    -No, ni en mayo ni nunca, y tú lo sabes.
    Y Mónica colgó el teléfono, sin más explicaciones ni más remordimientos, con la conformidad de las cosas bien hechas y una terrible sensación de tristeza.

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    • Un texto breve pero intenso.

      Me ha gustado. Desde el primer momento se aprecia la tensión en la conversación. Tensión que por otra parte procede solo de uno de los dos protagonistas. Se ajusta claramente a lo pedido en el ejercicio y refleja a la perfección lo pedido: tensión palpable, un secreto que uno de los dos ha descubierto del otro, en ningún momento se hace referencia a dicho secreto y el otro protagonista no sabe que ha sido descubierto aunque es fácil pensar que se lo imagina dada la situación.

      Para mí, el que más se ajusta a lo pedido y el que más tensión refleja. Sin duda, el mejor 🙂

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  8. – Pase y siéntese Señor Alonso, ¿quiere tomar algo?, ¿ un brady quizás?- Le dijo Ruiz sentado detrás de la mesa de su escritorio.- Me sorprende su visita, creía que que había quedado claro que sus servicios ya no son necesarios, ¿ en que puedo ayudarle?- Le dijo con falsa sonrisa.
    – No gracias, no quiero tomar nada señor Ruiz, no quiero robarle su valioso tiempo. Solo quería hacerle una pregunta.¿ Puede mirarme a los ojos y decirme que usted no la mato?- le pregunto Alonso inclinándose hacia delante en el sillón donde poso su larga figura.- ¿ usted no mato a su esposa?-
    – Por dios, ¿ como se atreve?, sabe que fue ese chulo con quien se acostaba. Yo le pagaba las clases de tenis pero el le enseñaba mucho mas que un buen saque.- Respondió en tono de ofendido Ruiz.- Ya lo sabe esta en todos los periódicos, estrangulada encontrada en la habitación de su residencia, ¿ que mas pruebas quiere?. Usted la encontró maldita sea.-
    – Usted me contrato para seguirla. Cada día durante los últimos diez largos días. Salia de casa, iba de compras, comía con amigas y si , las clases de tenis.- decía repasando sus pensamientos Alonso – Pero nunca la vi entrar en aquel apartamento. No hasta aquel día. No puedo quitarme de la cabeza esa puñetera idea. Yo estaba seguro de que no le engañaba, se lo dije a usted,¿ que hacia en aquel apartamento?. Todo tenia que parecer un caso típico de cuernos, la esposa que se acuesta con su profesor de tenis y que cuando decide romper con el, la estrangula por despecho. Pero no lo creo señor Ruiz, algo no encaja, ¿ por que ese mequetrefe iba a matar a esa mujer que tanto le daba. No, nadie le escucho gritar que era inocente, todos le señalaban con el dedo acusador. Pero algo me hizo sospechar, yo era el principal testigo y en realidad no vi nada. Solo a una mujer rubia bien vestida que se parecía a su esposa, pero no lo era. Cuando entraba en el portal del edificio se le calleron unas llaves y lo vi, las cogió con la mano izquierda. cuando observaba a su esposa jugar al tenis, cogía la raqueta con la derecha. Así que la mujer que entraba en el apartamento no era ella. Usted consiguió una llave del apartamento de" Toni" el monitor de tenis de su taquilla, asesino a su esposa, entro en el apartamento con el pretexto de dejar una alfombra que presuntamente Toni le mando limpiar pero dentro estaba enrollado el cadáver, la dejo allí salio con la misma alfombra dada la vuelta para que pareciera otra. Luego la mujer que yo seguía esa mañana pero que no pude ver la cara porque se ocultaba con gafas de sol y una pamela, salio de casa cogio su coche y fue directamente al apartamento. Entra con otra copia de la llave y sale cuidadosamente por la ventana del baño que da a un callejón trasero. Yo espere toda la mañana hasta que ese atontado vuelve a su apartamento, entra y después de media hora sale despavorido con su maleta dispuesto a perderse dios sabe donde.- Hizo una pausa mientras encendía un cigarrillo.- Y yo me lo trague. Entre forzando la puerta al extrañarme tal situación. Yo mismo era su coartada señor Ruiz, usted lo planeo asi. ¿ Quien era la otra mujer?, su secretaria, Maria ¿ verdad?, es zurda me he dado cuenta ahora viéndola escribir. Usted me engaño, pero voy a desenmascarale amigo, no se saldrá con la suya.-
    – Ya lo he hecho amigo Alonso- sonrió Ruiz- ya lo he hecho-

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  9. Su ceño fruncido, sus brazos y piernas cruzadas, la manera en la que hojeaba sin mirar y el hecho de que apretara sus labios en una fina línea horizontal, hacían obvio el disgusto de Selene sobre estar en esa situación.
    -Podrías ponerle un poco más de onda a esto, ¿sabés?
    Ella la miró con unos ojos fríos repletos de sombras que ella intenta ocultar con una sonrisa que elevaba son mejillas hasta el punto en el que sus ojos parecían dos rendijas.
    -No es que esté de mal humor, sólo estoy un poco cansada, y todavía no entiendo que es lo productivo de lo que vamos a hacer ahora.
    -Y volvemos con lo de la producción- se quejó Laura frenando el auto en un semáforo y alborotando las manos de manera cansada- Ya te lo dije, vamos a visitar a una amiga que quiere nuestra compañía. No entiendo por qué no querés ir…. ¿tan mala persona sos?
    Laura le dedicó una última mirada de soslayo antes de volver a poner en marca el auto. Y se permitió esbozar una leve sonrisa al ver que Selene giraba rápidamente la cabeza hacia la venta y se mordía el labio, tensando un poco más su cuerpo. Había dado en el clavo.
    -No es que no me interese su bienestar…. es que…-empezó a decir Selene mientras retorcía sus manos, indecisa.
    -¿Es que…?
    -¡Está bien! Te lo voy a contar, pero no digas nada, por favor. Se lo iba a decir a todas cuando nos reunamos la semana que viene, pero dadas las circunstancias….- hizo una pausa para armar valor y mirar a su amiga a los ojos, temerosa de su reacción, tomó aire y lo expulsó todo de una vez juntando todas las palabras- EstoysaliendoconGabriel
    Laura intentó fingir sorpresa, pero no pudo, sólo la miró a los ojos
    -Ya lo sabía- y antes de que Selene saliera de su confución, prosiguió- los vi el otro día, estaban un poco…¿cómo decirlo…? ¿empalagosos? Sólo quiero decirte, que la amiga a la que vamos a visitar espera un hijo de Gabriel, como bien ya sabías…. no sé qué vamos a hacer con esto… a las chicas no les va a gustar…y que yo sepa, vos todavía estas con Germán.
    Laura dobló en la siguiente calle, se puso en marcha devuelta a su departamento, mientras movía la cabeza de un lado al otro y suspiraba de manera apesadumbrada.

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  10. Manuel escuchó el sonido de la puerta al cerrarse.
    ¿Eres tú Pedro?
    – Si, oyó decir.
    Manuel guardó silencio, esperanzado en que oiría la verdad.
    – Llegué antes porque no tuve las dos últimas horas de clases. El profesor estaba enfermo y nos largaron antes.
    Lo que escuchó esfumó su esperanza. Pedro no hizo otra cosa que seguir con el juego, no mostrando ninguna intención de abrirse a lo que realmente ocurría.
    – Ese profe siempre falla. No sé como no lo han echado, continuó.
    – ¿ Y cuando nos encontramos el otro día frente a la tienda de deportes era el mismo profesor que había fallado?
    Pedro sintió un escalofrío en la espalda. El tono de la pregunta le hizo pensar que Manuel sabía algo. Lo miró de reojo para ver la expresión de su cara, y se sorprendió al no ver rastro alguno de sospecha en su rostro… o al menos eso pensó.
    – No, ese día los profesores tenían una reunión y nos dejaron libre.

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    • La lluvia caía con fuerza sobre la sucia calzada, y bajo un enorme paraguas negro, Oscar esperaba un milagro que se apiadase de él y su dolor.
      Lucía corría hacia el desde la acera de enfrente, intentando cubrir su cabeza con los restos de lo que fue un periódico.
      – ¡La que está cayendo!, dijo Lucía mientras daba un hábil y rápido beso a su marido.
      -Has tardado- masculló Oscar, clavando sus ojos inexpresivos en los de Lucía.
      -Mi jefe me ha pedido un informe a última hora…¡Dios!…siempre me hace lo mismo- Lucía agarró cariñosamente la tensa mano de su marido y comenzaron a caminar por la amplia avenida.
      -¿Has comido algo?- Oscar seguía escrutando cada gesto y movimiento que Lucía daba, necesitaba una señal, necesitaba su milagro, pero no había señales de ninguna clase de sentimientos en los ojos de ella.
      -Solo almorcé una manzana a las once, así que estoy muerta de hambre- Sonrió tiernamente, sin las señales que Oscar esperaba.
      -Será mejor que entremos en el bar de la esquina, ese que te gusta tanto…- Oscar respiró profundamente…¿sería posible?, pero justo en la entrada del bar de la esquina, justo en el momento en que comenzaba a creer en los milagros, Lucía apretó con su fría y delicada mano la de él y parando bruscamente delante de la misma puerta del bar, se acercó cuidadosamente hasta el oído de este para susurrarle…
      -Se que me engañas- Oscar se quedo paralizado, sintiendo que la boca se le secaba y las manos le comenzaban a temblar. Desafortunadamente, los milagros no existían.

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  11. Al a salida de la escuela Paola se sentó en el banco de siempre para esperar al autobús. Poco después aparecieron Rosa y Alejandro junto a la puerta principal. Él tenía los brazos alrededor de ella mientras la besaba de tanto en tanto y se paraba para mirarla a los ojos dulcemente.
    Paola apartó la vista y fingió estar concentrada en la fila de hormiguitas que circulaban por el suelo, saliendo y entrando del hormiguero. Frunció el ceño casi sin darse cuenta, intentando aparentar una imagen despreocupada. Alejandro se despidió de Rosa y se dirigió camino del banco. Se sobresaltó al verla allí sentada. Un árbol tapaba parte del banco así que no la había visto hasta que se había acercado.
    -¿Llevas aquí mucho tiempo?-preguntó.
    -Acabo de llegar-dijo ella con una voz más brusca de lo que pretendía. Alejandro, envuelto en una nube de euforia como estaba, no percibió su malestar.
    -¿Por qué pones esa cara?-dijo con diversión. Paola intentó sonreír, pero su orgullo no se lo permitía. Dejo de fruncir el ceño, pero a su opinión debía estar haciendo una cara de póker tremenda.
    -¿Sabes qué? ¡El lunes me voy de excursión!
    -¿De excursión? Yo solo he tenido una este curso.
    Lo miró a los ojos deprisa, temiendo que adivinara lo que le ocurría y volvió a mirar el hormiguero de nuevo, que había sido aplastado por la mochila de una niña.
    -No te enfades, mujer. Qué los de tercero también vais.
    -¿Rosa va a ir, verdad?
    Alejandro dio un respingo casi imperceptible.
    -No lo sé. ¿Estás…?
    El autobús apareció por una esquina de la calle. Paola cogió su mochila del banco de un tirón y se la colocó en los hombros, dejando a Alejandro con las palabras en la boca, pero él no se dio por vencido, por fin se había dado cuenta del mal humor de su mejor amiga. La siguió, caminando a su lado hacía el autobús.
    -¿Estás enfadada?
    -No-dijo con voz cansada.
    -¿Qué te pasa? ¿Qué he hecho?
    Paola subió al autobús. Alejandro subía a otra ruta. Se quedó mirándola a través del cristal y su mirada brilló. Paola apartó la vista. No estaba segura de todo, pero creía que Alejandro ya o entendía todo.

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  12. – Carlos, se aproxima una fecha importante.
    – Por favor, Juliana, no empieces con eso del viaje. Entiendo que estés ilusionada, pero comprendeme.
    – No estaba hablando de eso- interrumpió Juliana
    – Ah, entonces no sé a qué te referías- dijo Carlos restando importancia al comentario
    – Vos sabés muy bien de qué estoy hablando.
    – No- sostuvo Carlos mientras miraba sus uñas con detalle
    – Sí, si sabés. Lo puedo adivinar en esa mirada. ¡Pero te gustan los rodeos, el hecho de que te lo recuerden!
    Juliana observó un instante a Carlos sin decir una palabra. Él se puso un tanto nervioso y hablaba sin verla directo a los ojos.
    – Debe ser algo muy menor, no sé, tengo tantas cosas en qué pensar… ¡Y éste calor! Lo que no soporto son los mosquitos, no me dejan dormir tranquilo. Dicho esto, Carlos comenzó a rascarse frenéticamente brazos y piernas y agregó- parece que me estuviesen picando ahora mismo.
    – Es pura paranoia tuya- intentó calmarlo su amiga.
    – Que suerte tenés en tener una piel que no los atrae.
    – ¿Por qué decís eso? ¿Qué tiene de especial mi piel?
    – Bueno…
    – Como sea, no te vas a ir por las ramas esta vez. Me refería al día veinte.
    – Ah, comprendo- dijo el muchacho que aún se rascaba una oreja.- Y ¿qué tiene?
    – ¿Seguís con evasivas?
    – No, no es eso. Sí, lo recuerdo perfectamente, todos los años es lo mismo ¡Imposible poder olvidarlo!
    – ¿Qué tenés pensado hacer?
    – Un crucigrama, tal vez beber cicuta
    Juliana se echó a reir. Semejantes planes la habían sorprendido.
    – Dejá de decir tonterías. Treinta años sólo se cumplen una vez.
    – Justamente, la última. Es lo peor que puede pasarme.
    Juliana seguía riendo y tomaba a Carlos por el brazo. Le regaló un par de caricias reanimadoras y le dijo
    – ¿No quisieras hacer algo distinto este año? ¿Algo novedoso?
    – No, aunque supongo que de todas formas si el destino se trae algo entre manos, será inevitable. Olvídalo- dijo luego de meditarlo un instante- jamás pasa nada interesante-. Acto seguido, Carlos guiñó un ojo a su amiga.
    – ¿Por qué estás tan seguro?
    – No sé. Quizá sea porque nunca me ha sucedido nada original en ese día, digamos una fiesta sorpresa.
    Juliana miraba distraída la cuadrícula trazada por las baldosas de la vereda y la seguía con la punta del zapato.
    – Ahá.
    – Quizá porque no han invitado sin avisarme a mis antiguos compañeros de secundaria.
    – Quizá- apoyó Juliana.
    – Que hace tanto no veo.
    – Demasiado, Carlos, demasiado.
    – Algún video con fotos de mi infancia…
    – ¿Qué mejor que poner en un video esas viejas fotos descoloridas?
    – ¿Sabés? Que alguien se tomara el trabajo de hacer una recopilación de los acontecimientos más importantes de mi vida, realmente me haría feliz- dijo Carlos y avanzó hacia Juliana
    – ¿Conoces a alguien que no sentiría lo mismo?- Juliana retrocedió un casillero en la cuadrícula de la vereda.
    – Por supuesto que si quisieran doblar la apuesta se encargarían de hacer que mi hermano Antonio se haga un espacio en su apretada agenda para estar presente en mi cumpleaños.
    Juliana se ruborizó levemente
    – Bueno Carlos, vos sí que sos pretencioso.
    – ¿Pensás que tan difícil sería convencer a mi hermano?
    – Esa gente que quisiera sorprenderte podría lograr algunas cosas pero otras no. Eso no invalidaría el resto.
    -No, por supuesto que no.
    -En fin, entonces qué vas a hacer ese día?- quiso saber la joven con una levantada ceja inquisitoria.
    – Como dije, nada. O mejor dicho, esperar que el destino me sorprenda.
    – Si es que hubiera de hacerlo.
    – Claro, lo que vos digas, Juliana.

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  13. -¿Estás bien? -Preguntó Antonio volviendo a colocarse en guardia.
    -Si, gracias.
    Pau apoyó una mano en el suelo para intentar ponerse en pié, pero cargaba a sus espaldas algo más que el peso de sus hombros.
    -¿Necesitas ayuda?
    -¡No! Estoy bien -se apremió a decir, saltando a su posición y preparándose para lanzar el siguiente golpe.
    -Te noto algo distante hoy, quizás deberíamos dejarlo para mañana.

    Sin apenas terminar la frase, Pau saltó hacia él con una sucesión de puñetazos directos a la cara, pillando de sorpresa a Antonio, que se vio obligado a retroceder un paso. En ese instante de desconcierto, Pau aprovechó para intentar conectar una patada a su cabeza, pero Antonio fue más rápido y en el momento en que despegó el pié del suelo, le lanzó una patada directa al pecho, provocando que perdiera el equilibrio y rodara por el suelo varios metros.

    -Muy lento, se veía venir a kilómetros -dijo volviendo a adoptar la posición básica de kárate.

    Pau apoyó una rodilla contra el suelo para levantarse de nuevo. El sudor caía sobre su frente, haciendo dibujos en el suelo con cada gota que resbalaba desde la punta de su nariz. Nunca el olor a sudor le había causado tanto asco.

    -Hay muchas cosas en esta vida que se veían venir -dijo sin alzar la mirada del suelo-, y sin embargo, las dejamos pasar, ignorándolas, pensando que en realidad no todo es lo parece.

    Pau se puso en pié con toda la dignidad que había podido reunir y miró, por primera vez, a los oscuros ojos de su rival. Antonio bajó la mirada un instante.

    -Estás cansado, continuaremos mañana -dijo Antonio y empezó a andar casi arrastrando los pies, hacia la puerta situada a espaldas de Pau.

    Pau sintió el roce de su traje al pasar por su lado y su respiración entrecortada. Y le pareció ver una gota de sudor bajando por su cara, volando hasta deshacerse en el suelo,¿ o tal vez fuese una lágrima?

    El dojo quedó en silencio, interrumpido solo por la respiración de Pau y el y el roce de sus manos recolocado su traje tras el entrenamiento.

    -Bastardo…

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  14. Ella entra en casa….y como siempre, al rodar la llave y abrir la puerta dice con voz alta.
    – Holaaaaaa ya estoy aquiiiiiii
    Nadie le contesta.
    Cierra la puerta y avanza por el largo y oscuro pasillo; el corazón le late con fuerza, vuelve adecir.
    -Holaaa.
    Al fondo suena el agua de la ducha, se acerca, abre la puerta y vuelve a insistir.
    – Holaaaa…. el corazón parece que se le va a salir del pecho.
    Entonces el responde casi en silencio.
    – Hola.
    La respiración de ella se acelera por momentos, se queda inmovil, mirándolo a través de la mampara….viendo como el sigue con su ritual, casi ignorando su presencia.
    Ella vuelve a insistir.
    – ¿Que tal todo bién?
    El silencio inunda el pequeño WC y al fin él se digna a decir brevemente.
    -Bien.
    Ella siente que el corazón se le va a salir del pecho y dando media vuelta, abre la puerta del baño y mientras va saliendo le dice a él.
    – He visto a Claudia
    Camina dos pasos y ciera la puerta, tras de si oye como él abre rápidamente la mampara.
    – ¿A si? y ¿que tal? ¿cómo la has visto?
    El sale rápidamente del baño, ella ya está sentada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero, no se ha quitado ni el abrigo, pero él no repara en el detalle.
    La respiración de ella es profunda y se mantiene callada observándolo.
    El comienza el ritual de espaldas a ella e insiste.
    -¿Que te ha dicho?
    Ella respira profundo, se suena los mocos y lo vuelve a mirar.
    Entonces se cruzan sus miradas, el está impaciente por la respuesta de ella.
    – No he podido hablar con ella, yo iba en el coche, sólo la he saludado con la mano….
    -Ahhhh…y que tal aparentaba ¿bien?
    – ¿ Vas a algún sitio?
    – A ver a mi cuñado, tema de papeles…no me esperes, cena tú, tengo para un rato.

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  15. Ella entra en su cosa y como siempre abre las ventanas prepara la cena y espera nerviosa sentada en la cocina tras media hora llega su esposo di en vos alta hola ya esto aquí ella no le responde solo agacha la cabeza el va hacia la cocina ella a sentir que se acerca dice donde estuviste el dice como siempre en el trabajo entonces cruzan las miradas el se impacta por la respuesta de ella como dice mi amiga que te avisto……… dime en que tengo que mejorar

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  16. La reconocí entre la gente apenas entró al pasillo del aeropuerto. Se parece tanto a ella. Su porte, su misma tez canela, el cabello sobre los hombros, su vestir juvenil. Y a pesar de todo lo que me propuse, los recuerdos se disparan en mi mente.
    La ví avanzar con pasos elásticos, por momentos vacilantes, por momentos decididos, buscándome entre la gente. Me pregunto si debí traer un cartelito con su nombre, al estilo de los hoteles o agencias de turismo; después de todo, sólo nos conocemos por fotos.
    Pero en cuanto su mirada se cruzó con la mía, tardó sólo 2 segundos en reconocerme.
    – Gabriella , aquí !!! – me llama agitando una mano, acercándose a mí, soltando su maletín de mano y abrazándome como si fuéramos viejas amigas – tenía tanto miedo de no encontrarte…..
    – Señora… – le dije sonriéndole, insegura de cómo tratarla – …cuánto gusto… – y al mirarla a los ojos, reconozco de inmediato el color caramelo de Malú, tan conocido, tan amado. Un nudo se adueña de mi garganta y no puedo seguir hablando.
    – Por favor, llámame Katy – dice hablando con desenfado, aparentando no darse cuenta de mi bochorno, observándome detenidamente – después de todo somos familia…
    Sólo atiné a asentir.
    Nos fuimos pronto del terminal aéreo. La tarde llegaba a su fin rápidamente. Entre comentarios como “¿y la familia?”, el “que bien te ves personalmente!”, y otros sobre el clima, el tráfico en la ciudad y anécdotas del viaje, recogimos el equipaje, cruzamos la ciudad y llegamos al departamento.
    Más tarde en el comedor, mientras sirvo café para ambas, siento su mirada siguiéndome sin descanso, con curiosidad, indagando disimuladamente.
    Me tranquiliza estar segura que no puede saber. No hay forma. Aunque, esa mirada….
    Frente a frente en la mesita de café, dos mujeres atadas a una misma persona, aunque con un amor diferente, expresando en sus ojos lo que sus labios no se atreven…
    – Buenas noches, Gabriela.
    – Buenas noches Kate…descansa…

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  17. -¿Que estas haciendo?-Pregunta Caleb después de entrar al salón, sin notar lo que tenia en la mano.
    -Estaba buscando algunos papeles que Rose me pidió buscar, creo que ya es hora de irme, lamento haberte molestado- me dirigí hacia la puerta lo mas rápido que pude, intentando huir de la situación.
    -Rachel espera…-dice Caleb
    -¿Que sucede?-respondo sin mirarle.
    -Se que últimamente he arruinado nuestra amistad y quizás me haya comportado como un cretino al intentar besarte. Pareciera que buscara alejarte pero es todo lo contrario.
    -No me importa, hay mas razones de las que sabes para querer alejarme de ti lo mas posible-Voltee a verle y enfrentar su mirada, miraba buscando algo en mi rostro, intentando descifrar lo que quería decir.
    -¿Que estas tratando de decir?-pregunta, su mirada exigía respuesta.
    -¿Por que no simplemente olvidas que me conoces ahora?, no necesito que me busques en este momento, yo tengo una vida al lado de otra persona, no puedo simplemente dejar a un lado a cada persona que quiera, por que tu simplemente no te decides, creo que simplemente estamos destinados a no estar juntos.-Lo miro a los ojos conteniendo mi respiración.
    -¿Por que me dices esto ahora?-reclama.
    -No es ahora, desde el momento en que llegaste, pusiste mi vida de cabeza y simplemente quiero reparar lo que pueda, y necesito que no estés tu en ella.

    Salgo de la habitación sin esperar respuesta y miro las fotografías con lagrimas corriendo por mi mejilla.

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  18. ¡Hola a todos!

    Lamento no tener tiempo de comentar las soluciones propuestas una por una, así que voy a publicar un comentario resumiendo un poco las cosas que he visto sin entrar en demasiados detalles. La idea que tenía al empezar a proponer estos ejercicios era más bien la de ofreceros unos «ejercicios tipo» y un espacio de intercambio en el que poder compartir y comentar vuestras propuestas 😉

    Lo primero que he visto en general es que la mayoría de la gente ha intentado hacer pequeños relatos con principio y fin, cuando la idea que tenía en mente era más bien la de escribir una escena aislada en la que no se desvelara cuál es el secreto que hace que exista esa tensión.

    Eso no está mal ni mucho menos, pero sí que me ha hecho darme cuenta de que no he logrado transmitir lo que quería… ja, ja.

    En muchos de los ejemplos que he leído,se explicitaban los sentimientos de los personajes de un modo muy directo (escalofríos que le bajan a alguien por la espalda, corazones desbocados, etc.). Esto le da al lector la información necesaria, sí, pero se hubiera ganado en vividez de haber tratado de transmitir esos sentimientos a través de acciones físicas. Me refiero a eso de “muéstralo, no lo cuentes”.

    Alguien que dobla compulsivamente un montón de pares de calcetines porque está nervioso, un personaje que evita a otro durante toda la escena ocupándose de un sinfín de acciones peregrinas en cuanto el otro se le acerca, etc. Con eso conseguiríamos que el lector “viera” esos sentimientos por sí mismo en lugar de mostrárselos nosotros.

    En uno de los relatos que contiene la novela ‘La espantosa intimidad de Maxwell Sim’, de Jonathan Coe, por ejemplo, se cuenta el final de un matrimonio a través de una excursión al monte. No se habla en ningún momento de divorcio, la pareja ni siquiera habla de su relación a lo largo de la historia… pero después de leer el relato sabemos que han terminado.

    En este sentido, la escena de Pablo va un poco por ese camino, igual que la primera mitad de la de Anika. La escena de Inés creo que hubiera conseguido aumentar la tensión que le falta si la protagonista femenina hubiera intervenido más en el diálogo y en la de Diecisiete creo que falta esa tensión porque sólo uno de los dos personajes conoce el secreto.

    A pesar de que en un primer momento me pareció un poco cruda por no explicar desde el principio que los protagonistas están en un dojo, quería hacer una mención especial a la escena de Pedro, porque es la que más se aleja de ese secreto que hay entre dos los personajes y la que más indirectamente lo ilumina, que es en última instancia lo que se buscaba en este ejercicio.

    Gracias a todos…

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    • Por mi parte he de decir que me resulta mucho más interesante y motivador, integrar el ejercicio en un pequeño relato (aunque sea muy muy corto y se limite simplemente a la situación planteada) por eso lo he hecho así. Pido disculpas si no es adecuado.
      En cuanto a la sugerencia que has hecho de «muéstralo, no lo cuentes» me parece algo imprescindible para llegar a ser mejor escritor. En el poco tiempo que llevo «curtiéndome» con los relatos y ejercicios he aprendido que es algo esencial y no muy fácil de conseguir.
      Por último darte las gracias por el blog, por los ejercicios y por la corrección que has hecho de nuestros textos 🙂
      Un saludo

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      • ¡Disculpas no! En este portal nadie tiene que pedir disculpas, faltaría más… ja, ja.
        Es sólo que la tensión de desinfla en cuanto el lector conoce lo que la motiva y uno puede tener la sensación de que ha escrito (o de que está leyendo) un texto fallido, cuando sólo borrándole el último párrafo se encuentra con toda una «olla a presión».
        De todos modos, para la próxima vez prometo explicarme mejor 😉
        ¡Gracias por participar y por comentar los textos de los demás!

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  19. La señora Zamora estaba horneando un pastel cuando de repente se oyó el timbre, ella dejo el pastel en el horno de la cocina y fue a abrir la puerta lo más pronto que pudo pues sabía que era su madre, cuando paso por la sala de su casa, se quito el mandil y se acomodo el cabello lo más rápido que pudo recordándose mentalmente que cuando hablara con su madre debía de intentar no jugar con su cabello y hacer contacto visual, ella recordaba haberle hablado esa tarde a su madre, diciéndole que era urgente que hablara con ella.
    Se quedo parada sosteniendo la manija de la puerta, respiro profundamente y abrió la puerta, ahí estaba la mujer que le dio la vida, esa que le había enseñado que las mentiras y los secretos eran malos.
    —hijita estas bien—exclamo la madre de la Señora Zamora intentado abrazar a su hija, la Señora Zamora no pudo evitar retroceder.
    —mejor que nunca madre.
    La Señora Zamora no reconoció su propia voz, normalmente su voz siempre sonaba jobear y no fría.
    —pasa y siéntate en el comedor necesitamos hablar—prosiguió hablando esta vez con voz más dulce la Señora Zamora, la madre de la Señora Zamora la observo con suspicacia pero no dijo nada y paso por delante de su hija.
    La señora Zamora suspiro mentalmente y siguió a su madre al comedor.
    En el comedor de la casa de la Señora Zamora había seis sillas y una mesa, su madre se había sentado en la cabecera del lado derecho y ella se había sentado en el lado opuesto cuando lo hizo su madre pregunto—¿Qué pasa hija? —.
    —se que me has mentido toda la vida madre—puntualizo la Señora Zamora, su madre la miro con impresión y dijo—no sé a qué te refieres tendrás que ser más clara Jennifer.
    —si eso es lo que quiere…
    —no es lo que quiero yo pero al parecer…
    —no complete lo que iba a decir yo jamás te eh podido…
    —mentir lo se me encargue personalmente de que asi fuera—puntualizo la madre de la Señora Zamora sonriendo.
    —cómo pudiste hacer eso, mentirme sobre mi…
    —ese hombre no es tu padre, padre es el que cría hija recuérdalo—puntualizo la madre de la Señora Zamora fríamente mientras la miraba a los ojos sin ningún arrepentimiento.
    —tú nunca le dijiste de mi, ¿Por qué?
    —porque él no se lo merecía, el me dejo por otras—finalizo la madre de la Señora Zamora poniéndose de pie.
    —Por lo menos me lo hubieras dicho—finalizo la Señora Zamora siguiendo a su madre quien estaba cruzando la sala en ese momento.
    —el hubiera no existe creo que te…
    —Si lo sé pero yo no tenía que pagar los platos rotos—finalizo la Señora Zamora mientras su madre daba un portazo mientras salía de la casa.
    La Señora Zamora se sentó en el sofá intentado pensar como se sentía pero antes de hacerlo le llego un olor a quemado desde la cocina y se acordó del pastel en el horno.

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  20. -Hora de la muerte, 19 hs 32 minutos, Doctora- señalo la enfermera.
    Respiro hondo, se seco el sudor de la frente con la manga manchada de sangre, -Dame unos segundos antes de llamarme a la familia- dijo la doctora.
    – Doctora ¿vio la herida de la cabeza del paciente? Dijo Señalando una lesión de la que había emanado sangre, -Es rara ¿no? Además quería decirle que los familiares ya están afuera, ellos son los que lo trajeron- dijo saliendo del shockroom la enfermera.
    La doctora examino la herida, que tenía los bordes contusos demasiado nítidos, sin cortes en los bordes había atravesado el cráneo, pensó llegando a la conclusión que seguramente esta era la cauda de muerte, nunca había visto una herida así, parecía no ir con el resto de las lesiones que había sufrido en el accidente automovilístico.-raro- dijo sin poder terminar de imaginar la causa.
    Al salir se encontró de frente con la familia que el abordo desesperado,-mi hijo, ¿Cómo esta?dijo una mujer grandota que más parecía un hombre musculoso que una mujer, mientras se abría camino entre la gente. –Lo siento mucho señora, pero no pudimos reanimarlo- dijo la doctora con verdadero dolor. La mujer comenzó a llorar y se la tuvo llevar casi en brazos un hombre corpulento que parecía otro hijo.
    Pero antes de salir del hall la doctora vio a una persona que parecía familiar pero tenía sangre en la ropa, se acerco –disculpa, ¿vos estuviste en el accidente? ¿Estás herida?- los ojos de la muchacha estaban llenos de lagrimas y mirabas a todos menos a la doctora – Nos queríamos ir, solo queríamos estar juntos-dijo casi en un susurro, ella era delgada y frágil, debía de ser la novia del hombre fallecido. Sin darse cuenta ya estaban rodeados de familiares que agarraron a la muchacha y la apartaron, – no se preocupe, ella estuvo en el accidente paro no le paso nada- dijo la mujer gordo.
    Por un momento se sintió confundida, esto era lo más raro del mundo y sin saber por qué se escucho diciendo –su hijo tenía una herida en la cabeza que no correspondía al accidente, así que llame al medico forense de la policía- sabiendo que tendría problemas por mentir, pero vio el rostro transformado de la mujer hasta convertirse en odio y locura. –Usted no sabe nada- grito la mujer, -usted no puede hacer nada, yo soy la madre y yo diré lo que hagan con el-, de repente ya no le gustaba nada la familia ni la mujer y se sintió igual que la muchacha; asustada.

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  21. Un buen ejemplo para este tipo de ejercicios es Hills like white elephants, colinas como elefantes blancos de Ernest Hemingway. Los invito a revisarlo. Un abrazo para todos.

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  22. -vas muy rápido, siento la sensación del vértigo al pisar un escalón en falso, ese vacío me pone la piel de gallina.
    -no te quejes tanto y mejor cambiemos de lado.
    -¿oye tienes afán?, el sudor baña tu cara y enrojeces mas y mas.
    -tranquila no hay afán, me suele pasar. aveces, cuando estoy en estas, me pongo como una olla a presión…..jejeje ( risa nerviosa).
    -oye estas muy raro, ¿te sientes bien?,¿ llamo a un doctor? tu yugular va a reventar.
    -no tranquila, mejor apuremos que ya casi terminamos.
    -si quieres paro un momento.
    -no no no no no…
    -¿es por el peso? , ¿si?…Es por eso ¿verdad?, si quieres cambiemos de lado para que no te toque todo el peso.
    -que no!..tranquila mejor apurémonos.
    -pero no es para que te enojes.
    -perdóname,
    -¿oye si hueles eso ?
    -¿que cosa?
    -¿no sientes?
    -no , nada. deberías visitar al otorrino.

    EL ESTRECHO LUGAR HACIA MAS FUERTE EL ECO DE LAS RESPIRACIONES AGITADAS. UN JUEGO DE MIRADAS SIN GANADOR, Y EL SEGUNDERO DEL RELOJ HACIA ETERNO EL MOMENTO.
    ASESINANDO EL SILENCIO EL DIJO:
    -bajemos la mesa rápido, estamos a dos escalones, ¿te parece?
    -si…y abramos la puerta para tomar algo de aire fresco.

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  23. (Bueno, ahí vamos. Espero que os guste.)

    – Cariño, ¿no vienes a la cama? – escuchó la voz de su mujer desde la puerta del salón. Él estaba sentado frente al ordenador, mirando la pantalla pero sin ver en realidad, incapaz de quitárselo de la cabeza.
    Oyó los pasos descalzos a su espalda, y su aroma le reveló que le había vuelto a robar la chaqueta del pijama. Seguramente sólo llevase eso puesto. Estaba guapísima cuando sólo vestía su chaqueta del pijama y esos calcetines rosas que usaba para dormir.
    Le abrazó por la espalda y le besó la cabeza. Debió notar su indiferencia, porque se apartó enseguida. Le giró la cabeza para encarar su mirada y le preguntó.
    – ¿Pasa algo?
    Él se esforzó por sonreír. Supo que tenía que estar notándose que forzaba la sonrisa, pero no fue capaz de esbozar una sonrisa sincera.
    – Nada, tranquila. Vuelve a la cama, anda.
    Le miró, seria. ¿Sabría que él lo sabía? Sus ojos estaban tristes. Pero calló, ese silencio terrible que les separaba aún más. Le besó en la frente, dio media vuelta y volvió a la habitación. Preciosa, con el pelo suelto, su chaqueta del pijama y los calcetines rosas.
    Y supo que no volvería a la cama nunca más. Y supo que ella lo sabía, y que aquel beso triste en la frente había sido el último.

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  24. Hola! bueno, acá envío lo que escribí con el ejercicio propuesto,

    – Norma,¿está dispuesta a decirle a un Juez todo lo que sabe? – la Senadora la miró y Norma notó que no podía responder sin antes tener que tragar saliva.
    – ¿Qué podría saber una funcionaria honesta, como yo?. – respondió.
    – La Senadora, arqueó una ceja.
    – Llevo muchos años en la Aduana y es la primera vez que paso por esto – lo dijo, sin mirarla a los ojos, al principio y desafiante, al final
    – A Ud le parece que yo tendría la boca así, si anduviera pidiendo plata? – dijo señalándose los pocos dientes de  sus encías.
    – Contésteme, por favor, lo que le pregunté – los ojos hermosos de la Senadora, quedaron expectantes sobre el rostro feo de la funcionaria.
    Norma se irguió en la silla y apoyando una mano sobre el escritorio, crispó los dedos.
    – En la Aduana, hay dos clases de funcionarios: los corruptos y los malos – dijo, levantando un poco más la voz, cuando dijo «malos»
    -¿ Y sabe qué? ¡Yo soy mala! – dijo poniéndose de pie. Después,  se fue.
    La Senadora, apoyó la espalda en el asiento. Se pasó la mano por el pelo y al final sonrió.

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  25. Perdón,!! releyendo me dí cuenta que omití dos palabras:

    Después de:
    – LLevo muchos años en la Aduana y es la primera vez que paso por esto va: «Norma» lo dijo…..

    Después de:
    – A Ud le parece que yo tendría la boca así si anduviera pidiendo plata? en lugar de «dijo» va «agregó»

    Lo aclaro porque me parece que si no, no se entiende,

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  26. -Devuelveme la calculadora- dijo con tono veraz el hombre. -No es razón para que me hables así, solo erre en un dígito- contesto la dama a manera de defensa.
    ¨2,313,342¨ volvió a leer el caballero que estaba sentado en su oficina.
    (Es asombroso el capital que ha reunido) pensó la mujer, mientras de reojo observaba la cantidad.
    Durante años la empresa de los Le Blanc se había vuelto líder nacional en venta de pieles para la elaboración de ropa de marcas costosas y adquirido con ello un gran reconocimiento a nivel mundial, pues exportaba a 13 países distintos y sus acciones costaban muchísimo en la Bolsa.
    -Señor, ¿le puedo hacer una pregunta?- dijo la mujer de 26 años con voz temerosa.
    -Depende- contesto el hombre indiferente. -¿Qué quieres saber?- recapitulo después de unos segundos.
    Insegura la señorita de pechos escasos y pelo castaño se dirigió hasta la silla que estaba frente al escritorio de su jefe. Después, le cuestiono con gran firmeza. -¿De dónde consigue la materia prima que exporta a los países bálticos con un costo tan alto?
    – Esa es información privada de la empresa- dijo el caballero levantando la vista, sintiendo al mismo tiempo como una gota de sudor frio resbalaba por su sien.
    -Ya tengo 5 años trabajando, para usted.¿Por qué no me dice la verdad?- cuestiono la dama con mayor seguridad
    – Ya te puedes ir- dijo el director de la empresa, al percatase de que su secretaria sabía mas de lo que debería.
    La mujer se levanto de su silla y salió de la oficina. Esa noche falleció.
    Un balazo al cerebro fue suficiente para seguir guardando silencio.

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  27. Marcos soltó un bufido y dejó el libro caer sobre la mesa pesadamente.
    -Bien, de acuerdo, iremos.
    -¿Estás seguro?
    -¿Para qué me preguntas ahora si estoy seguro? ¿Tú quieres ir verdad?
    -Yo creo que deberíamos ir, pero no me gustaría que luego dijeras que yo te obligue.
    -Sabes perfectamente que nunca haría eso.
    -“Nunca” es una palabra que nos queda muy grande a los dos amor – dijo Elena con cierto sarcasmo.
    -¿A qué viene eso ahora?
    -¿A qué viene qué?- contesto ella secamente mientras cambiaba de canal.
    -Ese tono de arpía.
    -Marcos, hazme el favor de no empezar de nuevo con tus niñerías. Parece como si no pudieras tener una conversación de adultos sin ponerte a la defensiva- y continuó pasando de canal a canal sin ni siquiera fijarse en lo que aparecía en la pantalla.
    Cogió el libro de nuevo para seguir leyendo. Elena lo miro de reojo mientras seguía apretando con furia contenida los botones del mando.
    -Nunca quieres ir a esas reuniones pero luego eres el que mejor lo pasa de los dos.
    -Si, divinamente… Siempre espero con ansía las comidas con tu familia. Me encanta pasar la tarde emborrachándome y hablando de futbol con un grupo de obesos aburridos.
    -Nerea estará allí- soltó Elena con fingida indiferencia.
    El sintió un escalofrío que le hizo temblar las entrañas. Consiguió rehacerse, y mirarla por encima de las gafas sin cerrar el libro.
    -¿Y? – dijo intentando aparentar desinterés.
    -Pues nada- contesto ella con inocencia sin apartar los ojos del televisor- Como el año pasado estuviste casi dos horas hablando con ella pensé que te alegraría saber que tendrías alguien con quien esquivar a los “obesos aburridos”
    -¡Pues qué bien!- contesto Marcos alegremente y se levanto de un impulso del sillón–Voy coger una cerveza de la nevera ¿quieres algo?
    -Un poco de distracción, me muero de aburrimiento.
    -Un poco de distracción para la reinita de las intrigas…¡¡Marchando!!

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  28. Uppps!! Donde dice «dejó el libro caer sobre la mesa pesadamente» debería decir «dejó caer el libro pesadamente sobre la mesa» y donde dice «seguía apretando con furia contenida los botones del mando» debería decir «seguía apretando los botones del mando con furia contenida» Las prisas…

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  29. Un viaje incómodo

    Mark y Anthony se suben al avión.
    – Nervioso?- Pregunta Anthony.
    – No! Todo está bien.- Responde Mark. Se sienta y convierte su cara en un gesto de dolor intenso.
    – Seguro estás bien?
    – Claro, hombre! Es que es lunes hice muy esfuerzo en el gimnasio y aún me duelen los músculos.
    Anthony, no satisfecho con la respuesta, pues ya era domingo. El dolor no debería haberle durado tanto. Meditó un momento la situación, pero necesitaba más datos. Comenzó un interrogatorio:
    – Tomaste antinflamatorios?
    – Si!
    – En el gimnasio te dio algún tirón?
    – No que recuerde.
    – Cuanto hiciste de ejercicios, que ejercicios y con o sin profesor?
    – Una hora. Con pesas. Con profesor.
    – Y ahora que te duele?
    – Anthony, puedes dejarme en paz? Me irritas aún más!
    – Estas irritado?
    Mark se giró dándole la espalda y no le contestó.
    Anthony se apoyó en la ventana, pensativo, mirando el despegue. Podría jurara que no era un dolor causado por el ejercicio. Nervios por la presentación del nuevo producto de la empresa? No. Mark tenía demasiada confianza en si mismo. Y entonces entendió que le ocurría.
    – Mark, estás durmiendo ya?
    – No. Estaba cerrando los ojos, soñando que volaba en avión.- Contestó sarcásticamente.
    – Podrás aguantar las 10 horas de viaje?
    – Claro.- Dijo Mark desinteresado.
    – Seguro? Mi madre una vez tuvo el mismo problema que vos y no podía con el intenso dolor. Hasta pensaban los médicos que necesitaba una operación. Por suerte, la medicina está muy avanzada y poniéndose crema, en menos de un mes, ya se sentía mejor. Te has enterado de esas cremas? Algunas vienen con mentol para darte frescura en el
    – Basta! Estalla Mark- Estoy bien, solo necesito que te calles.

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  30. Escena en la sala de la casa.
    Adela: Mauricio regresaste temprano, no te esperaba.
    Mauri: Bueno, es que no hubo tanto trabajo hoy.
    Adela: No me digas, qué bueno!
    Mauri: Si , así es. Paso algo interesante en casa?
    Adela: Nada, igual que en tu trabajo…
    Mauri: Voy a descansar en la recamara.
    Adela: Si, descansa querido, y luego hablamos…
    Mauri piensa: sabrá Adela que me despidieron en el trabajo?
    No dice nada y trata de dormir por un momento pero le es imposible, en ese momento aparece su esposa y le dice;
    Tenemos que hablar lo es todo, absolutamente todo!
    Mauricio se paraliza, no sabe si se refiera al desliz con su compañera de trabajo, al despido o que ayer no fue de visita a la casa de sus padres.
    Inteligentemente dice: Adela querida, claro que lo sabes todo si me conoces de toda la vida..
    Y ella sonríe y dice: Te perdono, ya sé que ayer le distes un aventón a tu compañera Loli a la casa de sus padres y luego te escapaste a comprar mi regalo de cumpleaños, ella me lo conto todo, no te apures, igual me hare la sorprendida.

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  31. ¡Mamá ya estoy harta de mi vida!no aguanto ni un segundo más…
    ¡Siempre la misma estúpida rutina! No quiero seguir estudiando, trabajando… existiendo…
    Cariño – Dijo Aura con la voz entrecortada y lágrimas rodando por sus mejillas- No se que decirte… esto que me dices es tan duro para ti como para mi.
    Lo se mami, pero si no te lo cuento a ti, a ¿ quién podría expresarlo?
    Alexa se inclinó besó a su madre y salió al trabajo, con un millar de ideas en su mente que la atormentaban sin cesar…

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  32. Ese sábado por la mañana, estaban paseando en la feria del libro que instalaban cada primavera en la ciudad. Rosa ojeaba novelas de escritores conocido; era una de la fórmulas que utilizaba para enriquecer su vocabulario. A su lado Irene estaba más distraída en sus pensamientos que en la multitud de libros, que recorría demasiado veloz con su mirada. Ella ya sabía, a través de una amiga de ambas, que Rosa había empezado a verse con Alberto, que tantas veces le había confesado a Rosa que bebía los vientos por él. Alberto, jamás dió muestras de un interés similar hacia Irene. Rosa sabía que no podía decirle nada a su amiga; todo fué demasiado rápido, inexplicable. Una fiesta, un par de copas y Alberto le comunicó su interés y a partir de ese momento, todo fué rodado y élla accedió a empezar a verse a solas. Sabía que Irene tarde temprano lo descubriría. una circunstancia asi no puede ocultarse con tantos amigos comunes como tenían. Estaba preocupada por élo, por Irene y por posiblemente perder su amistad pero, siendo honesta consigo misma, sabía que Alberto le había despertado aquéllo tanto tiempo dormido y casi olvidado: un amago de cariño y que deseaba averiguar si se trataba o no no amor…
    Ambas continuaron el paseo, más calladas que de costumbre hasta llegar a la plaza, donde sentado en una terraza al sol estaba sentado el grupo.Y Alberto entre éllos…

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  33. Andrew, era realmente apasionado, le encantaba su trabajo, viajaba a menudo. Una noche mientras iba de camino hacia casa de su novia, se le ocurrió que en vez de avisarle que llegaría mejor le daría una sorpresa.

    Al llegar a casa de su amada Laura, estaciono el auto. Tomo su abrigo, bajo del auto, (lleno de alegría pues tenia varios días sin verla) Y toco la puerta.
    Al instante Laura se asomo a la puerta. Con gesto serio y nervioso vio a Andrew.
    Andrew totalmente anonadado la veía. Ese día en especial Laura vestía un hermoso vestido de noche.
    -Wow! te ves tan hermosa. Dijo Andrew sosteniendo la mirada justo hacia donde terminaba el escote del fino vestido.
    Gracias, amor. Respondió Laura disimulando su nerviosismo.
    -Creo cariño, que hoy deberíamos quedarnos en tu casa, pero pensándolo bien mejor, salgamos.. ¿Que opinas princesa?
    Pero Laura, se quedo pensando un momento, luego su teléfono celular comenzó a sonar..
    -¿quien es amor? Dijo Andrew, lleno de curiosidad.
    -Nadie! Respondió Laura seriamente.
    Pero el teléfono volvió a sonar. Y Andrew se quedo pensativo un momento mientras Laura solo veía el teléfono.
    -En serio ¿No sabes, quien es?
    -Nadie, pero esta bien vamos a cenar al restaurante italiano.
    -¿Segura?
    -Claro… respondió Laura, mientras revisaba el teléfono y escribía un mensaje de texto.
    -Sabes, no entiendo algo… replico Andrew con una tristeza profunda…
    -¿que? Dijo Laura de manera cortante.
    -Siempre sonríes al verme mientras me abrazas… dime ¿que ocurre?
    -Nada… dijo ella apagando el teléfono, mientras se acercaba a Andrew.
    La duda carcomía el corazón de Andrew, pero de algo estaba seguro Laura no era la misma….

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  34. -Vamos María -dijo incrédulo- esta mañana te eh visto muy alegre por los preparativos ¿Cómo es que has llegado a esta decisión?… Y tan repentinamente -dijo susurrándose lo último para si mismo-.
    Caminé en otra dirección; jugando con las manos y arrastrando pesadamente los pies tratando de evadir su mirada.
    -Lo que ah pasado es… Lo que ah sucedido es que hoy me siento con desgana. Me eh levantado y no siento las fuerzas necesarias para poder asistir…
    -¿Te sientes bien? -preguntó repentinamente preocupado, pero había algo en su mirada que no me cuadraba bien con las palabras que decía- Podemos ir a un médico enseguida, si lo requieres.
    -Estoy bien -repuse de inmediato-.
    -… O tal vez hayas perdido las llaves de tu coche ¿no? No las eh visto en su lugar.
    -No se donde las habré dejado.
    -Tampoco eh visto las mías. Y mi porta-retratos de las vacaciones pasadas con Lucia ha desaparecido. No se donde tendré la cabeza… -dijo mirándome con desdén-.

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  35. Laura mira a su alrededor mientras se acomoda en el sillón. Desde que el reloj pulsera se le destrozó contra el pavimento no sabe si llega temprano o si tarde. Lo ve de inmediato levantarse desde la barra y aproximarse a ella con una taza en la mano y el semblante feliz.
    Martin se inclina para besarla antes de ocupar el puesto delante de ella y luce radiante.
    Laura le mira intrigada. Casi le interroga con los ojos. El se vuelve para localizar al mesero y pedirle la carta. Cuando este llega, Martin la señala con la palma de la mano para que le entregue la carta. Ella se guarece tras la lista de especialidades, se huele una emboscada pero no encuentra indicios de cuál será el frente.
    -¿No pides nada?
    – Almorcé tarde, la oficina sin ti esta vuelta de cabeza.
    – ¿Entonces, solo café?
    – ¿Por qué me miras así?
    – El dulce de leche es muy sabroso aquí.
    –Vamos tenes algo que decirme.
    -Sí pero más bien creo que tú tenes algo que decirme.
    -No se me ocurre nada que deba confesarte. Dice divertida
    – ¿De verdad? La sonrisa afable aleja los fantasmas que suelen asomarse en conversaciones así, en todo caso el secreto a descubrir no será terrible.
    -Ayer te vi en la plaza. No te hable porque estabas acompañada, estabas bien acompañada por una amiga. ¿Verdad que es una amiga?
    Laura ríe con alegría, finalmente les ha descubierto.
    – Tu hija es grandiosa, claro que es mi amiga. El mesero se acerca sonriendo no sabrá porque.
    -Un cortado por favor. Y dulce de leche.

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  36. Un poco largo, pero creo que se ajusta a lo pedido. Cualquier crítica o sugerencia sera bien recibida.

    La camioneta platinada fue aminorando la velocidad a medida que, a través del cristal parcialmente empañado del parabrisas, Julián observaba una oscura silueta rectangular que se recortaba aún contra el nublado cielo negro de la noche, la cual iba aumentando de tamaña cada vez con mayor lentitud. La construcción aún no era del todo visible, incluso cuando el vehículo quedo estacionado por completo; a pesar de ello, Julián pensaba para sí, mientras accionaba el freno de mano y retiraba la llave del contacto, que la conocía bastante bien, hasta el punto en que pronto habría acumulado suficientes visitas para lo que llevaba del año, que hasta el día de hoy sumaban 14 visitas. Irónico, sobre todo considerando que día era hoy: 14 de junio. “Una más y no la cuentas, ¿eh?”, susurró una vocecilla sarcástica en su cerebro. Un súbito impulso de reír como loco lo invadió por un segundo; sin embargo solo tuvo que mirar su espejo retrovisor frontal de reojo para que dicho impulso se desvaneciera en el aire, tan efímero como el vaho que exhalaba en ese instante, en un prolongado suspiro.
    Además del suave e incesante caer de las gotas de lluvia en el exterior, no era posible escuchar más que un tenso silencio entre Julián y su joven acompañante, sentado en la parte trasera de la camioneta. Haciendo acopio de las últimas reservas de paciencia que le quedaban, decidió, tras un largo rato, romper el hielo:
    ─¿Estas bien? ─fue lo primero que logró decir.
    El muchacho no respondió. Al partir de la casa, con sus pantuflas, su short y con una gorra puesta al revés, apenas si había tenido tiempo para echarle un vistazo a su hijo, después de buscar desesperadamente las llaves del auto, poniendo la sala del hogar de cabeza en el proceso. Solo para descubrir que el joven las tenía en su poder desde hacía quince minutos; se las arrebato con cierta osadía, le pregunto si se sentía lo suficiente bien para caminar, el contesto que sí y acto seguido, Juan conducía a ciento diez por hora en la desolada autopista. Antes de entrar a la camioneta el joven se había encorvado, tocándose la zona abdominal y componiendo una mueca de dolor. Su aspecto no desmerecía la palabra “enfermo”: la cara pálida y la postura débil y temblorosa eran síntomas inequívocos de ello, lo bastante graves como para ser ignorados (o automedicados). Ahora que, después de voltear al notar que no recibía respuesta, Julián lo veía con mayor detenimiento le parecía que su aspecto había mejorado notablemente durante el trayecto, aunque tenía los ojos enrojecidos. Conto mentalmente hasta diez, inhalo, exhalo y volvió a intentarlo.
    ─¿Eh? Te he preguntado si estás bien ─dijo esforzándose por mediar su tono de voz entre el autoritarismo y la preocupación que sentía.
    El muchacho se mantuvo quieto, pero no callado.
    ─No ─dijo por fin, con la voz quebrada propia de las personas que han pasado varios momentos llorando amargamente ─. No me siento bien. Y ahora que te he respondido la verdadera pregunta aquí es: ¿de verdad eso te ha importado alguna vez?
    Juan tuvo una fugaz visión en la que, tras esas palabras, le propinaba una bofetada a su hijo y le recalcaba una vez más que él no le permitiría semejantes contestaciones. Sin embargo, le pareció excesivo y, en lugar de aplicar dicho correctivo imaginario, dijo:
    ─Claro que me ha importado. Tu bienestar siempre ha sido una prioridad para mí, ¿cómo puedes decir eso?
    ─”En un mundo de mentiras, la verdad es tu mejor arma” ─ sentenció él.
    ─¿Acaso insinúas que estoy mintiendo? ─preguntó Juan. Bajó la mirada, no porque él efectivamente estuviera mintiendo, sino para intentar observar, en lenguaje no verbal, si el muchacho lo haría a continuación y notó que retorcía en sus manos algo que parecía una hoja de papel arrugada.
    ─¿He dicho yo eso? ─cuestionó el joven a su vez.
    ─Lo has insinuado. No entiendo: algo te ocurre. Vamos, dímelo de una vez.
    Solo silencio, interrumpido por el sonido amortiguado de la lluvia.
    ─Mira, Leonardo, no tenemos tiempo para esto ─dijo Juan, poniendo una mano en su frente y cerrando los ojos─. Baja de una vez, que quiero llegar a casa pronto, a ver si aún puedo dormir mínimo otras dos horas.
    Leonardo no se movió. No podía creer que realmente aquel hombre delante suyo, tan egoísta e insensible fuese su padre. Y mucho menos podía creer el descaro con el cual negaba sus obvias trasgresiones, a pesar de no haber tocado el tema en ningún momento.
    ─¿Esperas una invitación? ¡Vamos! ─le reprendió ese hombre de duras facciones y pelo negro. Leonardo pudo notar que sus manos jugueteaban con las llaves del auto ─. ¿Puedes moverte y caminar, no es cierto?
    Él no dijo nada. Solo accionó la manija de la puerta y salió. Cerró la puerta y echó a andar junto a su padre, ambos sumidos en lo que parecía ser un digno silencio. Ninguno de los dos notó que la hoja de papel que el muchacho tenía en la mano momentos antes, se había caído al suelo. En el encabezado de la hoja, que las gotas de agua no tardaron en emborronar, podía leerse: C*RT*F**CA*O *E D*F**C*ION

    Gracias por tomarse el tiempo de leer.

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  37. Julio bajaba las escaleras, las piernas le temblaban, quería prolongar a cien esos dieciséis escalones bajo sus pies, pues sabía que irremediablemente acabaría encontrándose con Esteban en la cocina. Solo de pensarlo se le revolvía el estómago. Quería al menos evadir la inminente impotencia tanto como se pudiera. Al menos ese día, en el que recibiría su reconocimiento, quería no pensar en su triste descubrimiento. Aunque por otro lado, quería llegar a ese momento lúgubre en su carrera sin las dudas que taladraban su cabeza y le distraían para sentirse feliz. Llegó al final de la escalera y lentamente avanzó hasta el pasillo. Con dos puertas en cada extremo, pensó por un momento en tomar la de salida sin tomar nada, sin embargo el sentimiento de ironía le daba fuerza para conducirse normalmente, finalmente no era él el que debiera sentirse acorralado por la presencia del otro. Entró a la cocina sin decir una palabra. Se me hizo tarde – dijo Esteban a modo de saludo. Julio fingía estar ocupado mientras buscaba algo en el refrigerador. – Leche? – dijo Esteban mientras servía el líquido en un vaso después de llenar el propio. – Julio le miraba a los ojos y frunció la boca, un coraje interno se apoderaba de él. Por un momento sientió el valor de encarar ahí y de una vez por todas, a la persona que tiene comiendo enfrente. Bebió su vaso lentamente, a propósito para nivelar su ritmo de respiración. -Tengo que irme, me llevo esto para el camino- mencionó Esteban mientras tomaba una pequeña manzana de una canasta. – Julio sabía que era ahí mismo la ocasión para desatar la conversación que contenía a costa de su intranquilidad o tendría que ser en otro incómodo momento donde la prisa de su inculpado no fuera una corriente en contra. – te veo en la noche, necesito hablar contigo- espetó Julio en el mejor tono que le permitió su garganta anudada. – Si, aquí nos vemos. Vendré a bañarme a las 7, quedé con Sara a las 8 para ir al cine. – mmm Está bien a las 7, espero que Sara pueda esperar. Dijo Julio sin despedirse y se escurrió al lado de Esteban saliendo antes que el. Esteban se detiene extrañado por un segundo, queriendo saber si en las palabras que acaba de oír había algo que debiera tomar en cuenta. Cerró los ojos moviendo la cabeza con negativa, descartando la posibilidad de que Julio se haya enterado de lo que por años ha ocultado. Suspiró y cerró la puerta.

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  38. Un aire que yo clasificaría, por supuesto, Sherlockiano, por mucho que a Holmes no le gusten los detectives privados. Me imaginé a Jeremy Brett, interpretándo a Alonso, pero supongo que es porque me la paso leyendo a Holmes. Buen relato, me gustó.

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  39. Entró en la cocina como todas las mañanas para tomar su desayuno, apenas susurró un buenos días. Tomó su café con tostadas en el más completo silencio. Sin forzar la situación la acompañé sin hablar; su mirada estaba perdida.
    En un momento sus ojos se empañaron y dándose cuenta de que la observo intenta disimular.
    Ella no sabe de que la he visto acariciar su panza tras el mantel.

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  40. Karen se encuentra parada frente al espejo, sumida en sus pensamientos mientras termina de arreglarse para ir a la fiesta, no se da cuenta de que José la observa desde la puerta. José que desde hace ya tiempo lo sabe se da cuenta de que lo volvió a hacer, no puede creer que Karen continue con eso y menos que siga creyendo que el no lo sabe.
    -Karen, ya lista?- pregunta José para que Karen se percate de su presencia.
    -En un minuto, ya casó termino con mi pelo- contesta un poco sobresaltada
    -Te ves algo, mmm, diferente-
    En serio?- contesta perturbada, -Tal vez es el color de este vestido, casí nunca utilizo el rojo- intenta parecer desenfadada.
    -Mmmmm, podría ser pero, no, es algo más- insiste José, levanta los hombros y agrega –tal vez es cosa mía, creo que me he vuelto más observador- deja ese comentario al aire para ver si causa algún efecto en Karen, quien un poco nerviosa sigue arreglando su pelo.

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  41. al sonar la campana sofia ya se encontraba sentada en el pupitre al final del salón de clases, revolviendo con desesperación el contenido de su mochila. lentamente el salón comienza a llenarse de estudiantes y todos se sientan en sus lugares correspondientes. sofia mira el pupitre vacío junto a ella y la tensión en sus hombros y mandíbula comienza a aflojarse. mira al frente expectante esperando a que el profesor entre a la clase, pero en su lugar entra martín, y los latidos del corazón de la muchacha que acababan de ralentizarse toman un ritmo desesperado nuevamente. el avanza hasta el fondo de la clases sin quitarle la mirada a sofia por un segundo, fijando sus ojos en ella mientras una sonrisa picara comienza a formarse en su rostro al notar el rubor que arde en las mejillas de sofia. se desploma con estrépito en el pupitre junto a ella y sofia gira la cabeza rápidamente hacia el otro lado fijando la mirada en el suelo. tras unos minutos incapaz de contener la curiosidad, la muchacha lo mira nuevamente y nota que el aun la esta mirando y aun esta sonriendo. martín dirige finalmente su atención hacia las pertenencias de sofia desparramadas por su pupitre y extrae de su mochila un cuaderno azul. sofia, que ya estaba teniendo dificultades para controlar sus nervios, deja caer su mandíbula. martín emite una breve risa suave y deposita el cuaderno en sus manos.
    -olvidaste esto en mi casa ayer.- dice.
    la muchacha baja la vista hacia el cuaderno azul en sus manos, con los nombres sofia y martín grabados en la tapa rodeados de corazones.
    el profesor entra al salón y los murmullos de los otros alumnos se apagan. sofia mira una ultima vez a martín, quien le guiña coquetamente un ojo antes de comenzar a escribir en su hoja de trabajo.

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  42. Estaban juntos en la oscuridad en medio de la carretera.
    Camila estaba callada pero inquieta, se notaba tensión en su actuar. Pero Juan no quería incomodarla más, quería manejar el momento, ya que esa salida debía valer la pena.
    Estaban de vuelta de la fiesta de Ester, la mejor amiga de Camila, quien cumplía 20 años y lo festejaron en grande.

    -¿Tienes frio?- dijo Juan, que era un tipo lo suficiente agradable, para tenerlo de compañía en cualquier recóndito lugar. –No-, dijo Camila temblando de frio.
    A lo cual rió Juan con ternura y le coloco su chamarra con un gesto de abrazo. Fue una perfecta oportunidad para conocer sus rostros a perfección, grabando esas miradas que llegaban hasta el fondo del alma. Camila con un gesto de evitarlo se alejo de él.

    Sin duda que a Camila le ocurría algo, y Juan suponía algo de su extraño actuar. Se sentaron sobre unas rocas al lado del camino, y Juan, intentando tomar su mano le dijo:
    – Háblame, sobre lo que te está pasando, cuéntame, confía en mí.
    –Te lo diré, pero no ahora, A demás yo creo que debes irte.
    – Se que andas con alguien y no me lo quieres decir.
    –Eso es asunto mío…
    -Pero tú, a mi me importas.
    -Sabes, tu también, y por eso te digo que es mejor que te salgas del auto ahora…
    – No entiendo.
    – Corres riesgo.
    – Es que acaso… De repente las luces de un vehículo se acercan, era un auto negro, tipo vagoneta, con vidrios raybanizados. Sale un hombre, fornido de tarje, con un arma.
    -Al fin te vuelvo a encontrar… Me debías una ¿No? Querido Juan…

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  43. veremos como me va:

    año 1878- londres calle fleet

    como cada tarde alex se acerco al puesto donde vendian las mujeres pequeños arreglos de flores, iban solas o estaban con sus hijos, el, como siempre, le compro un ramillete de flores a la joven que hace mas de una semana le habia cautivado su belleza, el nombre de la joven aun era incierto para el, no se atrevia a preguntar por miedo al que diria la gente por conocer a una muchacha de esa clase cuando el pertenecia a la alta clase social, teniendo el puesto de lord, pero el era joven y estaba muy atraido hacia ella.

    -buenas tardes- saludo con una pequeña inclinacion de cabeza, la chica le sonrio se arreglo el viejo chal de sus hombros con un gesto ausente

    -buenas tardes-saludo ella e inmediatamente saco de su canastita un ramillete con unas flores fraganciosas que aun pudo sentir a pesar del olor a caballo mojado- sabia que vendria hoy, asi que le arregle estas para usted-le sonrio mostrando una ilera de dientes blancos que no eran para nada parecidos a los pordioseros con los dientes podridos de otros lados.

    Alex se sonrojo ligeramente y oculto el rubor debajo de su sombrero
    -es usted muy atenta, gracias.- y agarro el ramillete evitando tocarla en el proceso

    -nada menos para mi mejor cliente- señalo ella acomodando las flores para que no se aplastaran dentro de su canastita

    el sonrio un poco coibido ubo un pequeño silencio mientras ella seguia acomodando las flores en el cual seguro era para que se vaya por que cuando ella levanto la vista se vio un poco sorprendida de aun verlo ahi

    -no le gusta el arreglo?-pregunto alarmada

    el se apresuro en contestar- no! no! es hermoso.

    ella ladeo la cabeza sonriendole- ¿puedo hacerle una pregunta?

    ¨oh, no, me a descubierto¨- porsupuesto- su voz temblo un poco
    -el arreglo es para su prometida? o para cortejar a alguna joven?
    alex casi se atraganta con su saliba
    -ehhh mmnn….no…es que…

    ella abrio los ojos y se acerco un poco al verlo tan extaltado-lo siento, señor, no es mi asunto lo se soy muy entrometida, encerio lo siento.

    el no respondio al estar muy cerca de ella, asi que no dijo nada, hasta que escucho una voz familiar atras de el

    -alex!!!- se dio la vuelta con el corazon martillandole por el susuto y vio a su primo carlos mirandolo sorprendido-que haces aqui?; eh estado buscandote desde la mañana- miro a la chica un momento also un poco las cejas sorprendido por la belleza de la chica pero luego dejo de prestarle atencion

    -¿por que, primo?

    -¡¿por que?! hombre no te olvides de que es el cumpleños de la hija lady lucas, tenemos que estar ahi a las seis como buenos invitados, ya rapido pagale a la muchacha eso-señalo con el menton a las flores saco su billetrera y le dio una libra, lo cual era mucho por las flores-conserva el cambio-le dijo y arrastro a Alex hasta llegar al coche, donde los caballos se veian molestos por el trafico

    Alex le dio una ultima mirada a la chica un poco apenado y enojadon por como resulto el asunto y luego subio al carruaje.

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  44. la rutina de estos días es la misma desde que estamos aquí,,, lo primero que hago en la mañana es calentar el agua en aquella diminuta tetera que me regalo mi tío Marino, mirar a lo lejos para enfrentarme a mi cruda realidad de una casa vacía lejos de donde supuesta mente me pertenecía una vida que quedo atrás después de que fuéramos amenazados de muerte,,, eran tiempos de mucho temor,,, abocados a caminos desconocidos sin ningún tipo de estabilidad…
    Miro la hora, van a ser las siete de la mañana, espero que pronto me llamen desde la puerta, es el hombre que ha venido a apaciguar mis angustias con grandes dosis de amor que bebemos diariamente.
    – Mary!!!!! abre,, hace frió
    -Hola Marc te estaba esperando, ya esta el agua caliente para que compartamos el primer café de la mañana. Te he extrañado.
    Marc entra callado con una mirada extraviada, es otra persona, no es el mismo sonriente y cariñoso que desde un par de semanas me visita en esta habitación, que solo la llena el amor, por que carece de comodidades solo dispongo de un colchón en el suelo, la tetera y unos tazones,un par de platos una mini estufa a gas, bueno algunas frazadas y pequeñas cosas que la gente vecina tan pobre como yo me ha compartido…
    El sentirle tan frió me hace pensar que algo le ha molestado…pero espero a que el rompa el hielo.
    sirvo los cafés y me dice,,,
    – que pasa, a esto vengo tan temprano? sácame al menos un trozo de pan
    – lo siento cariño, por el momento es café solo….es lo unico que tengo.
    – Me hubiera quedado en mi casa mejor…. ya venga, dame esa café
    Lo bebe callado y después sin mediar palabra me toma entre sus brazos, sus besos siguen siendo ajenos y como a la fuerza, yo le digo.. – Espera, que te pasa,,,
    el me suelta y me dice que pasa que no quieres? has estado con alguien parece…. me saliste puta.
    Este fue el comienzo de muchos momentos parecidos, la lucha entre el amor, el placer y el marc desconocido que solo diez años después descubrí realmente el otro hombre que era

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  45. Pase .. Por acá señor adelante ! Exclamo la señorita con vos dulce y serena, Como esta usted preguntó amablemente. Era la recepcionista del mistic central, uno de los mejores restorantes de la ciudad-bien ! pero mejorando contesto Alonso, dirigiendo la mirada al rostro de ella y soltando una Sonrisa retorcida, mientras movía la cabeza como sí estuviera corroborando algo. La respuesta de Alonso soltó una riza a la señorita que dejo entrever una perfecta dentadura y pequeñas margaritas que adornaban el rostro de la joven. Y luego continuo – Mi nombre es Susan yo lo atenderé, que se va a servir ?don … Alonso Susan, Alonso le dice sonriendo. Bueno Susan contestó sin dejar de mirar a la joven detenidamente, como quien mira una persona la cual se cree que se a visto antes pero no se consigue recordar dónde, pero Alonso fácilmente podía saber el por que de esa sensación. Te puedo preguntar una cosa exclamo! Si consulte contesto ella asiendo un puchero y levantando los hombros. Susan … Tu madre también trabaja acá ? Al oír esto Susan extrañada por la pregunta,y bajando las manos con el lápiz y papel ya listo para hacer el pedido contesta , si aún esta acá y no debería de no estar, más que más es la dueña junto con mi padre agrega, Con tu padre ! Repite Alonso, me dices que tu madre es la dueña de esto… si contesta Susan mi madre juntó con mi padre. Por qué pregunta señor? Acaso usted conoce a mi madre ? No Susan, contesta con sólo un hilo de voz que apenas se pudo oír, entonces como es que me pregunta por ella exclama extrañada. Sólo se oyó como respuesta un suspiro y luego se levanta de su silla y le dice..creía conocerla, hija creía conocerla,

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  46. -¡No puedo creerlo! -Me encuentro sentada en el sofa de nuestro depto

    esperando que mi flamante marido regrese de su trabajo, lleva retrasado

    40 minutos, ¡No lo soporto!
    Se escucha como gira la llave de la puerta principal y mi piel se pone

    de gallina, si no hubiese leido su correo, no me encontraria asi.
    -Hola cariño -Me da un casto beso en los labios y sonrie -¿Cómo estuvo

    tu dia? -Su pregunta fue con doble sentido ¿Se abra enterado?, sus ojos

    se posan en mi y me hacen temblar.
    -Genial, mucho trabajo -Dije tratando de sonar lo más tranquila posible

    ¿Por qué le tengo tanto miedo?, ¿No creo que me haga algo, o si? -¿Y tu

    dia cariño? -Sonrei falsamente
    -Cansador -Respondió -¿Algo nuevo para contar? -Realmente lo sabe, ¡Oh

    dios! ¿Qué voy a hacer?. Mentir, mi subconsiente esta escondida atras

    del sofá
    -No -Lo miro -Relamente no paso nada interesante -Su mirada rebela

    tensión, me asusta -Estoy cansada, deberiamos irnos a dormir -Propuse
    El se levanto y me tendio la mano.
    -Estas muy palida nena -Susura -¿Pasa algo? -Niego con la cabeza, no

    puedo decirle "Oh cariño no sucede nada, solo Hackié tu correo

    electronico y estoy muy asustada de lo que puedas hacerme, por lo que me

    enteré, no eres de fiar".
    -Bien -Me mira con sus hermosos ojos azules, si no fuera por el miedo,

    me derritiria pero no tengo tiempo para eso -¿Vamos?
    -Claro -Respondi y nos fuimos a nuestra habitación.
    Matt se ah dormido antes que yo, lo veo dormir, parece un angel pero da

    tanto miedo saber lo que oculta, no puedo creer que en todos estos años

    de matrimonio no me haya dado cuenta.
    Definitivamente Matt Taylor te tengo miedo y no puedo hacer nada al

    saber que me llegarias a matar.

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  47. – Al fin llegaste, te estaba esperando.

    – Ah si? y como sabías que venía? – Emil apoyó sus brazos temblorosos en la cerca, apretando fuertemente la madera.

    – Es necesario que lo diga? A esta altura pensé que tus dudas se habrían disipado niño. -La símil sonrisa que esbozaba Lambert producía una gran disconformidad en el recién llegado.

    – No le he dicho a nadie de mi paradero, sólo a Lucas, y el nunca me traicionaría. Y menos con una escoria como tu, ya averiguamos lo que hiciste con Alicia. – Ya cruzado el alambrado, con sus puños apretados, se preparaba para embestir a su mentor.

    – A que se debe este ataque? lo que hice con su adorada era necesario, ambos dos lo saben; ella hubiera arruinado todo. Tu tienes un destino Emil, y no puedes abandonarlo por esos meros sentimientos hacia esa niña.

    – No me importa mi destino, ni lo que tu piensas que me está esperando. En este momento solo se que debo vengarme, por Alicia y por Lucas. – Un escalofrió recorrió la columna de Emil; por Lucas? de que estaba hablando?

    – Parece que al fin comenzaste a descifrar este dilema… Como dijiste, tu amigo Lucas está muerto. De igual manera me desilusiona que lo hayas descubierto inconscientemente. – La pequeña sonrisa se fue transformando hasta convertirse en una risa psicótica.

    – No, el no está muerto, estaba a salvo en la isla de lobos. Únicamente yo era el que sabía la ubicación de la isla. – Sus manos sujetaban fuertemente su cabeza, y sus ojos, abiertos en extremo, no se despegaban del suelo.

    – Tu y yo querrás decir. – Dijo entre risas – Vamos Emil, tu sabes que está pasando, tu sabes mi secreto.

    – Nuestro secreto – Exclamó inconscientemente.

    – Si, nuestro secreto.

    – Yo la amaba, pero ella lo quería más a el.

    – Si…

    – No la merecía, nosotros siempre lo superamos en todo.

    – Si, lo superamos – dijo Lambert con una tranquilidad escalofriante.

    – Si no la podíamos tener nadie lo haría, era necesario. – Emil se explicaba con pasividad y cada palabra le daba más sentido a la anterior.

    – Ni el ni ella eran necesarios.

    – Si, solo me privaban de mi destino, eran una distracción – levantó su mirada y la clavó en Lambert, sonriendo al ver que el rostro que miraba era el de sí mismo.

    – Ahora entiendes, recuerdas mi secreto verdad?

    – Sí, ahora recuerdo nuestro secreto.

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  48. -El: (esta fiesta esta algo aburrida, no veo nada interesante … aunque…!!!, wow!!, que bella mujer, humm, esta acompañada).
    -Ella: Que bonita fiesta, no mi amor?, vamos a bailar.(Hay poca gente en esta parte, me pareció que alguien me miraba?)
    -El: (Que suerte tener una mujer asi, ups, me miro)
    -Ella: vamos a sentarnos mi amor, (quien era el que me miraba?, me conocerá?),-gira disimuladamente la cabeza-(haa!!, me sigue mirando)
    -El: (ja, ya no puede disimular, intentare conocerla)
    -Ella: -se dirige al tocador-
    -El: (hay cola en el tocador, puedo aprovechar), -Empieza a caminar donde ella, ella se da cuenta y le da la espalda, muy sutilmente El le toca el hombro con un dedo- Hola! que tal?
    -Ella: (hay!, esta acá, pero no he venido sola, mejor no le hago caso)-voltea, lo mira a El, no dice nada, y vuelve a dar la espalda-.
    -El: (wtf!?…) Hola, te molesta que te hable?, o tal vez te intimido?.
    -Ella: No para nada, no me molesta
    -El: No quiero molestarte, ni incomodarte, solo me gustaría poder conocerte, se que ahora no puedes, tal vez en otra ocasión?.
    -Ella: si, puede ser (ha!, el tocador se desocupo), -gira y entra al tocador-.
    -El: (uhmm, esperare a que salga)- se gira y se pone a ver la fiesta-.
    -Ella:(hay!!, que estoy haciendo, mi novio esta en la fiesta…)-sale del tocador, no dice nada y se va directo a su mesa-
    -El: -gira hacia el tocador, ve que esta vació, y se da cuenta que esa no sera su noche……
    FIN

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  49. Llegada las 4:00 pm, Rosa decide sentarse sobre el sillón, éste es de terciopelo, con acabados en madera y una hermosa línea beige en el espaldar; ella nerviosa enciende el televisor rápidamente para tener una idea de la programación antes que llegue Alberto, cuando repentinamente escucha un leve pero característico zumbido que hace el ascensor cuando está abriendo sus puertas, seguido percibe los acentuados pasos de un hombre con características físicas inglesas y un marcado arrastrar de los zapatos con tacón que culmina con el sonar de las llaves incrustándose en la cerradura de la pueda, la manilla gira lentamente y él abre con delicadeza para hacer rechinar la puerta de madera; entra despacio e inmediatamente la saluda:
    Alberto: ¡Hola Amor! (Con tono intrigante) ¿Cómo estás?
    Rosa: (Voltea delicadamente y con rapidez fija su mirada nuevamente en el televisor) ¡Bien! ¿Y tú?
    A: ¡Tan bien como se puede estar! (Él la mira fijamente y tras varios minutos de silencio le comenta esperando respuesta) ¡Estuve en el Banco hoy!
    R: (Ella sin voltear): Ummm ¿y eso?
    A: Revisando algunas cosas, ¿tú saliste hoy? ¡Estás muy arreglada, pareces una reina latina!
    R: ¡salí un rato pero no fue lejos! (Alberto le dice con voz intimidante)
    A: ¡Qué casualidad, vi a un persona vestida exactamente como tú en la Avenida Platanal!
    Rosa voltea casi de inmediato y sin parpadear busca con sus ojos algún indicio de cuál será la reacción de Alberto, cuando ella comience a hablar.

    Continuará…

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  50. Empiezo tocando una simple escala en mi Violín, tengo mi partitura en el atril, al terminar mi escala, giro un poco mi cabeza y la veo. ¿cuando llego? ella siempre dice cuando llega.
    -No me fuiste a buscar Jhon.-Dijo ella con los labios ligeramente apretados.
    -Tuve ensayo, sabes que los martes tengo ensayo.-Dije abajando el Violín.
    -¿Que hiciste después del ensayo?
    -Vine hacia acá.
    -¿No saliste, digamos a una cafetería, a tomar algo?
    -Si, un café como siempre Amelia.
    Se quedo callada mirándome, la atmósfera en el aire paso de estar alegre a un poco, no poco, muy tensa.
    -¿Amelia, que te pasa?
    -Así que te gustan las mismas mujeres de tu mismo especie.
    -¿mismo especie? Si hablas de la música, no somos unos animales.
    -Ella es una animal, ¿como se atreve de hacer esas cosas, sabiendo que tu tienes novia?
    Maldición, pensé que nadie lo había visto.
    Nardicia, es mi compañera de atril, es mi asistente, si, soy el concertino de la orquesta, y sucedió hoy, después del ensayo.
    Terminamos el ensayo y todos se fueron uno por uno, hasta que la sala quedo completamente sola, o eso creía yo, estaba limpiando mi Violín, cuando sentí unos ligeros pasos, después sentí sus manos en mis hombros, gire mi cabeza y la vi. Su melena castaña no se confunde, me sonrió.
    Yo solo la mire, y seguí haciendo lo que estaba haciendo. Después escuche claramente como se desabotonada su camisa de cuadros, cuando reuní las fuerzas para voltear, ella estaba en sostén y bragas.
    -¿Te gusta lo que ves?-Dijo ella.
    -He visto cuerpos mejores, como el de mi novia.-Dije recalcando La palabra novia.
    -Sabes que ella no se enterara, no esta cerca de aquí.
    -Deja Nardicia, sabes lo que pienso.
    Se empezó a acercar, me levanto la cabeza por la barbilla, y me beso, no se lo seguí, ella se separo poco a poco, y note que tenia los ojos llenos de lagrimas. Al estar a una distancia pronunciada me soltó una cachetada. ¿Ahora soy el malo? se vistió y se fue.
    Ahora estaba viendo a mi novia, allí parada mirándome con esos ojos, que se llenaban de lagrimas al contar los segundo que yo no contestaba.
    Deje mi violín, en la silla, y me acerque poco a poco hacia donde estaba ella, la agarre entre mis brazos, y le bese el pelo.
    -Tu eres la única chica que amare.
    Y Empece mi relato del cuento, le dije todo, del principio a fin. Sin dejar ningún detalle.
    -¿como es posible que aun con todo lo que te hago pasar, sigas amándome?
    -Querida, eso no se explica, tu eres para mi como la mujer que Inspiro a Beethoven a escribir esas maravillosas obras románticas, siempre me inspiras, por eso querida mía, es por que te amo.

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  51. Pedro entró súbitamente en el despacho de Marta. Era su costumbre, pero no dejaba de ser incómoda para sus compañeros de trabajo, que la consideraban grosera y de mal gusto. En aquel momento, Marta hizo una mueca de sorpresa y pareció mover las manos ágilmente como tratando de disimular algo que tenía sobre la mesa y que Pedro apenas podía atisbar ya que la pantalla del ordenador le impedía ver de qué se trataba. Pedro, sin alterarse, avanzó rápido hacía el escritorio, mientras Marta se inclinaba hacia delante apoyando su cuerpo contra la mesa y desplegando en ella sus brazos de tal forma que dejaba reposar su barbilla sobre sus manos entrelazadas.
    – ¿Qué pasa, Pedro?
    – Nada, que subí a ver a Francis, y quise venir a verte, que hace dos días que no te veo.
    Pedro, sin disimulo alguno, miraba la mesa de Marta, llena de papeles, escudriñando algo que se saliera de normal, pues estaba seguro que algo raro había hecho Marta en el momento en que él entró en el despacho.
    – Pues nada, ya lo has hecho (dándole a entender que su misión se había cumplido y no había nada más que hablar entre ellos; dicho de otra forma, ¡qué se largara!).
    – Estas simpática hoy, Martita. ¿Tienes algún problema? (Pedro sabía que algo se traía su compañera de trabajo, y no podía dejar de pensar qué sería. A lo mejor estaba mirando páginas eróticas en su ordenador del trabajo, quizás estuviera utilizando su tiempo de trabajo para acabar “asuntos particulares”, que estuviera haciendo uso del algún chat de internet, o incluso, puede que estuviera estudiando su carrera de filóloga. Cosas, todas ellas, totalmente ajenas a su trabajo, y que de llegar a oídos del jefe podría suponerle incluso el despido.
    – No, no tengo ningún problema. Lo único es que estoy cargada de cosas, y no tengo tiempo de ser muy amable. Perdona si parezco antipática. (mientras su cerebro añadía….¡Vete ya, pelmazo, no te das cuenta de que sobras aquí!)
    – No pasa nada. Bueno, no te doy más la lata. Ya hablamos otro día.
    Salió del despacho, y cerró la puerta súbitamente tras él. María suspiro de alivio ….¡Por poco me pilla y de seguro que llama a la policía! ¡No saben estos mierdas lo que les espera! ¡Voy a vengarme por todo lo que me han hecho!

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  52. MIÉRCOLES:
    Sol: -marcos! No te vallas! Puedo ir a tu casa para hacer la tarea de física el viernes?
    Marcos: -no puedo! Tengo el cumple de mi abuelo!
    Sol: pero… No fue el mes pasado? No llegue a terminar de hablar y marcos se había ido, lo notaba muy extraño….
    LUNES por la mañana:
    Saliendo de la casa al colegio, con las llaves en la mano molestando la posibilidad de agarrar el paraguas con esta lluvia torrencial. Lo primero que tenia que escuchar para sentirme aliviada era la voz de mi mejor amigo marcos. Pero lamentablemente hoy no era el día.
    Marcos: -hola sol! Que tal? Ese tono de ingenuo, no lo había visto nunca, pero ya sabia lo que yó estaba pensando.
    Sol: -si bien! Vos? No había que darle ninguna condición de que estoy enojada. Yo me puse bajo un techo y me ate los cordones. Mientras marcos seguía caminando.
    M: -vamos? Dale me tengo que encon…tengo un examen!
    S: – si están importante anda! Me levante y seguí caminando con las llaves en la mochila, el paraguas en una mano y el celular en otra. Me hice la tonta -ayer te llame, y no contestaste. Volví a llamar y me atendió tu papa, el me dijo que no estabas. Que raro! No? No paraba de mirarlo, y no iba a mover mi mirada quería que me fija la verdad.
    M: -si mal, que raro, estaba adentro con mis primos. Estaba transpirando
    S: -ah también le dije feliz cumple para tu abuelo, y me contesto que no era hoy, fue hace un par de meses. Vos nunca me dirías mentiras! No? Lo miraba, el para no mirarme, miraba el piso.
    M: -bueno okey esta bien, basta, si fui a la fiesta de camila! Empezó a gritar y salio corriendo

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  53. Mark 20:00 hrs
    El cielo muestra tintes grises mientras una tormenta se acerca. Mark junta ordena un gran monto papeles sobre una carpeta con membrete “Ventas: Primer semestre 2014” y se pregunta de que otra forma podria hacer tiempo mientras espera a Vicky. De fondo se escucha un suave e insconstante ruido de tecleo, y una voz suena en su cabeza:
    -¿Hasta cuando vas a soportar esto?
    Y aunque su cabeza no se atreve a responder esta pregunta y evita la respuesta por saber que una vez tome una desicion deberia de ser definitiva pero no cree que pueda nada pueda ser definitivo en su relacion.
    Por tanto los minutos pasan y Mark se da cueta que de hacer tiempo para su reunion con Vicky, y no tiene consiencia del tiempo que ha pasado.
    Vicky 20:00 hrs
    Sin idea del tiempo, o el lugar Vicky se encuentra durante unos segundos con la mirada perdida sobre la ventana mientra un conjunto de imagenes se repite en su cabeza de la misma forma que una pelicula se repite en un televisor.
    La imagen en cuestion es un prado verde que hace referencia a el 17 de septiembre pasado cuando ella desilucionada de como estaba su relacion con Mark, todo lo que paso ese dia fue un error y espera jamas tener que contarlo a nadie. Primero pues es su problema personal y Mark bueno ella no tiene problema con su reaccion pues cree que merece su enojo pero tiene miedo, mucho miedo. No de que Mark vaya a hacerle daño en si, sino de ver la cara de el cuando se entere. Porque presiente que si el lo supiera ya nada seria lo mismo y no quiere arruinar su relacion por unos momentos de confusion.
    Tic, toc y se de nuevo toma consiencia del tiempo y el lugar. Mira el reloj pues no sabe cuanto tiempo a tenido su cabeza perdida entre recuerdos, y un soliloquio del que no a podido sacar siquiera una reflexion real. El reloj se marca las 20:15 el momento del encuentro es proximo. Decide dejar sus pensamientos para otro momento, agarra su abrigo y enfila hacia la puerta.
    Pasillo de inseccion 20:35
    Mark y Vicky se encuentran en un pasilo gris que se encuentra en el medio entre sus oficinas. Se miran y se saludan. Ella sonrie por la sensacion de paz y seguridad que le da verlo relajado. El en esos momensto viendo su gesto y prestando atencio a la belleza de su rostro empieza un dialogo .-La fiesta en Dario, ¿sigue en pie?.
    Ella empieza a mover los labios pero el ya no escucha mientras ella habla. Los mismos pensamientos de antes empienzan en su mente y se da cuenta que solo tiene una idea en cabeza un prado verde el 17 de septiembre.

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  54. Estaba muy callado últimamente. Me miraba con esos ojos penetrantes que me traspasaban el alma…como si fuese capaz de saber lo que estaba pensando.
    -Pon el dedo aquí-me dijo sacándome de mis cavilaciones-. Puse el dedo en medio de la cuerda para sujetar bien el trenzado y que no se soltase el nudo- ten cuidado con lo que deseas, porque a veces se cumple.
    -¿Que tenga cuidado con lo que deseo?-pregunté haciéndome la tonta.-no sé de que hablas.
    De repente el aire a nuestro alrededor se tornó muy frío, las nubes negras que llevaban dos días anunciando lluvias, empezaron a dejar caer unas leves gotas de agua, llovizna, muy propicia para la ocasión… la tensión entre nosotros se palpaba.
    -Vale, si no quieres hablar de ello, no lo haremos. Quita el dedo- me dijo a la defensiva- además no soy yo el que tiene que dar explicaciones.- había acabando de hacer un nudo franciscano perfecto, como todo lo que hacía.
    Soltó el cabo, dejó caer la cuerda, bien sujeta y fuimos hasta el otro extremo del barco. Empezó a hacer el mismo nudo.
    -No soy tonto Anastasia- dejó de hacer lo que estaba haciendo, se puso de pie, me cogió por los hombros y me miró de nuevo fijamente a los ojos- sabes que no lo soy.
    Nuestras miradas permanecieron fijas y de repente vi la verdad en sus ojos, el miedo y el desasosiego… pero ¿Por qué? Si se cree que le debo explicaciones las lleva claras. Todavía no ha nacido el hombre que me diga lo que tengo que hacer.

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